Así se intitula
un libro de Lorenzo Infantino, publicado por “Unión Editorial”, Madrid 2004,
293 páginas.
Como decíamos en la cuarta entrega sobre la libertad, vamos a hacer un
pequeño comentario sobre este libro.
El autor, titular de la cátedra de Metodología de las Ciencias Sociales
en la Facultad de Economía de la Universidad de Roma, ha
publicado libros y ensayos sobre metodología y análisis social.
En el presente libro, Infantino hace un análisis del pensamiento occidental
y nos muestra el contraste que existe entre los que se consideran que están en
posesión de la verdad absoluta, queriendo imponer esta verdad, su verdad, a los
demás para tratar de crear y construir una sociedad a su imagen y semejanza, y
los que, por el contrario, reconocen la ignorancia y la falibilidad del ser
humano y rechazan el pedante punto de vista privilegiado sobre el mundo.
Nos demuestra que la libertad se afirma y produce desarrollo allí donde
los hombres renuncian a ese absolutismo del conocimiento.
Esa libertad incluye, por supuesto, la libertad económica, ya que esta es la
base de la discusión crítica y de la democracia.
En la página 41, nos dice Lorenzo Infantino que conviene insistir en que
la condición que hace posible la libertad es la renuncia al “punto de
vista privilegiado sobre el mundo”, renuncia que, en términos jurídicos, se
manifiesta a través del principio de igualdad ante la ley.
Nos habla también de la hybris intelectualista, que lleva a los del “punto
privilegiado” a confeccionar planes ilusorios sin fundamento alguno en
la realidad. (Sobre esto deberían meditar algunos intelectualillos marxistas de
medio pelo que, de forma pedante y presuntuosa siguen erre que erre con sus
planteamientos trasnochados y decimonónicos, presumiendo que tienen razón pero,
sin embargo, no tienen la verdad que, aunque parezca igual, no es lo mismo).
El libro termina con unas palabras que vienen como anillo al dedo ante la
situación actual de España:
“ . . . lo peor que el hombre puede hacer, cuando renunciamos a las
instituciones de la libertad y nos entregamos a la presunta omnisciencia de
alguien, cubre en su totalidad la escala de la degradación, de la infamia y de
la bestialidad”.
Añadimos por nuestra cuenta, unas palabras de D. Quijote a Sancho:
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los
hombres dieron los cielos. Con ella no pueden igualarse los tesoros que
encierra la tierra ni el mar cubre; por la libertad, así como por la honra, se
puede y se debe aventurar la vida. Y por el contrario, el cautiverio es el
mayor mal que puede venir a los hombres”.
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