Como ya sabrán, Lenin, partidario
de la mentira, del engaño, del odio y del terror, y del que un pedante marxista
infumable decía que había sido el “personaje
más importante del siglo XX”, manifestaba en su día que la mentira podría
ser una buena arma revolucionaria. La verdad es que parece que se le ha hecho
caso desde los tiempos del “gonzalato”, del posterior del “zapaterato” y sobre
todo del actual del “sanchismo-yolandismo”.
Las mentiras que se vertieron, y se vierten, sobre la Historia de España, son notorias, pero no muy públicas para el “pueblo soberano”, que ni lee ni piensa. La historia que nos cuentan los “historieteros”de ahora, no está planteada sobre el análisis de los hechos que ocurrieron, sino que, por el contrario, se eliminan dichos hechos, contando una serie de mentiras totalmente opuestas y contrarias a lo sucedido y a la realidad, aunque, como ya sabrán también, cuando a Lenin le decían que su doctrina chocaba con la realidad contestaba con aquella parida de “lo siento por la realidad”. Pues estos sujetos y “sujetas” y “sujetes” piensan lo mismo, aceptando sumisamente lo que dicta el panel ideológico, ya que temen ser tachados de fascistas y toda la sarta de insultos sobradamente conocidos.
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