A pesar de que los “mass-media” transmiten,
aparentemente, todo tipo de información, la verdad es que, de forma sibilina y
subliminal, transmiten cosas que, lejos de servir para un mejor entendimiento
entre las personas, sirven para enfrentarlas y crear problemas. Tal parece que
estamos en un mundo vuelto al revés.
Esta información también sirve para que muchas
personas, algunas de ellas ocupando puestos políticos, sigan encasilladas en
sus monólogos, no admitiendo la más
mínima crítica. Sus principios caducos, decimonónicos y totalitarios, siguen
standarizados y uniformados, transmitiéndolos a base de populismo, demagogia y
logomaquia, lo que lleva a crear el hombre-masa, persona de mente cerrada y
fanática incapaz de hacer un análisis de lo que se le mete por la mollera. Sólo
se habla de derechos. De cumplir deberes y obligaciones, ni mu.
Por otra parte, y como ya hemos dicho varias veces,
para este “hombre-masa” el “ente” constituye el último dictamen por mor del
sofisma “ad verecundiam” o del “magister dixit”: lo dijo Blas, punto redondo.
Esto lleva a que este tipo de personas sean fáciles y dóciles instrumentos para
los políticos demagogos y populistas.
Esta manipulación mediática impone corrientes de
opinión totalmente falsas, ya que es imposible hacer la más leve crítica de los
fundamentos y premisas en las que están basadas. Y así se llega al
colectivismo, que suprime de la persona su dignidad, considerándola como un
simple objeto.
Continuará.
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