Sobre la libertad y el cautiverio.
Sobre la libertad y el amor, se han escrito
cientos de libros, o quizás miles. Hay opiniones para todos los gustos y
enfoques desde varios puntos de vista. Por ejemplo: la libertad del mundo
occidental chocaba, y choca, con la “libertad” que proclamaba el mundo
comunista. Lo mismo le pasa al amor: el concepto de los Zerolo, Almodóvar, los
del “orgullo gay” y demás, es distinto al verdadero amor. No digamos ya nada del
amor al prójimo.
Nosotros aquí vamos a centrarnos sobre la
libertad y el cautiverio. Una persona que sale de la cárcel, se dice que está
libre. Pero ¿ y una encarcelada está libre también? Aparentemente, no, pero
puede estar encerrada precisamente porque es libre y no está dispuesta a pagar
ningún precio por sus convicciones, pensamientos y sentimientos.
El no tener libertad implica estar cautivo de
algo o de alguien. Los cautiverios pueden ser por varios motivos: desde los
físicos, por no guardar las leyes, hasta los políticos por razones que todos
conocemos.
La persona cautiva por no guardar las leyes,
puede ser una persona libre. Así, en
Pero la peor cautividad es la política, que
hace que personas de forma “voluntaria” y en ejercicio de su “plena libertad”,
se entreguen a una doctrina determinada, aceptando sin rechistar, y de forma
incondicional, todo lo que proviene
de ella: consignas, lemas, normas,
motivaciones, slóganes, pensamientos, etc.
Esta “libertad”, que en realidad es sumisión,
para despistar al cautivo se le dice que es fiel y leal a tal ideología o a tal
persona, y como los conceptos de lealtad y fidelidad suenan bien, el cautivo
pica.
Los casos más paradigmáticos de esta lealtad
y fidelidad son los que han sentido millones de seres humanos, “cautivados” por
Marx, Lenin, Mao, Hitler, Stalin, Fidel
Castro, etc., personajes estos criminales y sin ningún tipo de escrúpulos que
no han traído más que miseria, hambre, odio y terror.
Hay otro tipo de cautividad: la que origina
el deporte. En este tema, concretamente en el fútbol, el asunto ha llegado de
tal forma al paroxismo que ya no se respeta ningún tipo de comportamiento y,
por supuesto, ni el espíritu deportivo. Todo ha llegado a suceder porque los
políticos han metido baza en el deporte, cuando su misión es otra, creando el
“partidismo”, que es sinónimo de la politización de algo, en este caso el
deporte.
También hay otro tipo de cautiverio, quizá el
más peligroso: aquel que hace que millones de personas sólo crean lo que dicen
determinados periódicos y, por supuesto, la televisión. Para muchos
Con
este tipo de cautivos, voluntarios e involuntarios, no se puede
dialogar. De aquí al enfrentamiento, sólo hay un paso.
Y terminamos con una frase de Mahatma Gandhi
“No se nos otorgará la libertad externa más que en la
medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar
nuestra libertad interna”.
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