Ya hemos comentado varias veces algo sobre Simone de Beauvoir cuando dijo en 1949 aquello de “una no nace mujer, sino que se hace mujer”. Esta bestialidad sirvió para que muchos, muchas, “muches”, machos, “machas” y “maches”, empezaran a hacer su particular visión sobre la igualdad y diferencias de sexos, asunto este presente en medio mundo. Y decimos en medio mundo porque en países tales como Mauritania, Senegal, Egipto, Jordania, Marruecos, Líbano, Kuwai, Qatar, Turquía, Yemen, Arabia Saudí, Siria, Chad, Mali, Irán, India, Corea del Norte, China, Cuba, y algunos más que seguro nos quedan en el tintero, nada de nada.
Como ya saben, cuando se ataca al
verdadero marido, es decir, al verdadero y real padre, no hay ningún inconveniente
ni problema: todo el tinglado “de género” y galimatías que hay montados, se
encargan de todo, incluyendo esto “todo” la destrucción de la verdadera
familia, que es sustituida por la “monoparental”, la “monofilial” y la
“gay-monial”, aunque no haya reproducción, oiga.
El desprestigio y la manipulación que
practican los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, sobre
este asunto del feminismo, tiene su origen en el marxismo, aunque muchos,
muchas y “muches” no lo sepan ni tengan ni puñetera idea, pues el marxismo, en
este terreno, lo que busca es un enfrentamiento y lucha de sexos, así como un
enfrentamiento y lucha contra el hombre, contra el patriarcado, al que asocian
con el capitalismo, como no podía ser de otra manera. Es una segunda lucha de
clases.
El feminismo, que se está convirtiendo en
un arma revolucionaria, pretende y busca
otras cosas, como por ejemplo destruir nuestra sociedad, la familia, implantar
la estatalización, con lo que la libertad de la persona se esfuma. Por otra
parte, este marxismo-feminismo es antibiológico y antinatural. Tenía que
habernos dicho Simone de Beauvoir en dónde compró o cómo se hizo con sus
pechos, su vagina, su clítoris, etc, ya que no nació como mujer.
Como ya saben, el feminismo se inventó eso
que llaman “género”, confundiendo este concepto con sexo, llegando a decir que
la mujer es un “constructo social” y, por tanto, tiene que luchar contra esto,
ya que se encuentra “oprimida” teniendo que luchar y combatir al hombre. Y así
nació el aborto que es, ni más ni menos, asesinar a los hijos dentro del
vientre de las madres.
Después viene el victimismo feminista en
cuanto a la retribución salarial. No comentan nada de la elección del tipo de
trabajo por parte de hombres y mujeres. Vamos a ver, ¿acaso no hay trabajos que
generan más dinero que otros? ¿O es que un trabajador de la industria
metalúrgica, por ejemplo, genera menos dinero que una trabajadora de la limpieza?
¿Acaso los trabajos realizados por hombre no son de mucho más peligro y riesgo
que el de las mujeres? ¿Tampoco se tiene en cuenta que más del 90 % de los
accidentes laborales los sufren y padecen los hombres?
Uno de los problemas de este
marxismo-feminismo es no reconocer la diferencia natural y biológica que hay
entre hombres y mujeres, que nada tiene que ver con la igualdad ni con la
desigualdad. Y así llegamos a dónde llegamos: a una situación de enfrentamiento
y discordia social por mor del intervencionismo estatal en los asuntos
familiares. Hoy tenemos al Estado en nuestras casas, en nuestras cabezas, y
hasta en las camas de algunos, de algunas y de “algunes”.
Y terminamos con una frase de la activista
lesbiana Monique Witting que, entre otras cosas no examina, ni estudia, ni
considera la heterosexualidad como asunto sexual, sino como tema político. La
frase aparece en su obra “El pensamiento heterosexual y otros ensayos”,
Editorial Egales, S.L., diciembre 2005, 130 páginas:
“La categoría de sexo es el producto de la
sociedad heterosexual que impone a las mujeres la obligación absoluta de
reproducir la especie, es decir, reproducir la sociedad heterosexual”
¿Acaso se puede imponer a los hombres la obligación absoluta de reproducir la
especie? ¿Acaso puede una lesbiana reproducir la especie? El cerrilismo y el
fanatismo llegan hasta estos extremos. Las personas heterosexuales son las
únicas que pueden reproducir incluso personas homosexuales. Éstas no.
¡Ah!, recomendamos a Irene Monero y a sus
correligionarios que cuando canten “La Internacional” sean coherentes con lo
que dicen y piensan y canten “¡Arriba parias, parios y paries de la Tierra .
. .!”
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