Según nuestra modesta opinión, tres son los pilares sobre los que se asienta la civilización cristiana occidental:
b).- La filosofía clásica griega de Sócrates, Platón y Aristóteles
y c).- El Derecho Romano.
Vamos a empezar por el concepto de Filosofía que, como ya es sabido significa
« amor a la sabiduría » ("filo", amor y "sofía",
saber). Esta disciplina es la ciencia básica en el orden natural. Sus
difusores clásicos fueron Sócrates, Platón y Aristóteles quienes, a pesar de
haber vivido entre los siglos V y IV a. de C., sus pensamientos siguen siendo
actuales y contemporáneos.
A Sócrates le debemos la liberación del pensamiento por encima de las
sensaciones y percepciones, mediante conceptos.
Platón y Aristótles nos enseñaron a definir, a razonar y a dialogar.
La palabra más elemental es el concepto, que es la esencia fija e inmutable de
algo, que nos permite identificar una cosa con ella misma a pesar de sus
cambios sensibles y muchas veces aparentes. Así, diremos que el hombre es un
animal racional, y este concepto es el válido ahora y siempre.
Por otra parte, están las opiniones que, curiosamente, mucha gente confunde con
concepto. Las opiniones que se pueden tener sobre algo suelen ser variadas
porque normalmente suelen definir aspectos que nos interesan o
impresionan, aunque no sean fundamentales.
Y siguiendo con estos tres filósofos clásicos, viene el concepto de ciencia,
que es el conocimiento que se tiene sobre algo atendiendo a las causas y
razones por las que existe. De aquí se deduce que la filosofía es la ciencia
por excelencia porque trata y estudia la « Causa primera y el fin
último de todo lo que existe o puede existir ».
Otra cosa que hay que tener en cuenta es la lógica. Con este concepto hay que
tener cuidado porque normalmente suele venir envuelto con ropaje de todo tipo,
incluido el político.
La verdadera lógica que se funda en la filosofía es la que se rige por
principios de identidad y no de contradicción. Es la que defiende la identidad
esencial de lo que existe. El pan es pan ; el agua, agua y el vino, vino,
aunque muchas veces lleve agua.
En la próxima entrega veremos la organización del poder político de Roma.
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