Al borde del abismo, de la ruina, del fracaso y del caos

No hace falta ser un nigromante para darse cuenta de que esta banda de badulaques y perláticos mentales que tenemos como “gobierno”, está llevando a España al borde del abismo social, económico y político. Vamos a hacernos unas preguntas con sus respectivas contestaciones.

¿Tiene un gobierno la obligación de mirar por el bien común de la Nación? Evidentemente, sí ¿Es este el principal objetivo de esta banda? Evidentemente, no. Mantenerse en el poder y aumentarlo, es lo que priva, oiga.

¿Roban, mienten y engañan los políticos? Evidentemente, sí. ¿Informan o desinforman los “mass-media”? Según el tema que se trate, hacen las dos cosas ¿Los jueces son imparciales? Unos sí y otros no ¿Están los independentistas por la labor de mejorar esta desastrosa situación en la que estamos inmersos? Evidentemente, no, ya que su objetivo es herir y apuñalar a nuestra Patria por los cuatro costados.

Como ya saben, Romanones dijo aquello de hagan ustedes las leyes y déjenme a mí los reglamentos. Pues esto es lo que se está haciendo ahora: reglamentos con el título de leyes, como la brutal “ley” Celaá, o la “ley” de género, y no digamos ya nada de otras “leyes” como las que protegen a los “okupas”.

Después se habla del “pueblo soberano” y de la “soberanía popular”, cuando la opinión pública pinta menos que la blanca doble, importándole a esta banda un bledo, dos cominos y tres dídimos lo que manifiesta dicho “pueblo soberano”. Por mucho que se hable de democracia, estamos ante una tiranía del tipo cubano o venezolano, países admirados por esta banda.

Por otra parte, ¿funcionan de forma libre e independiente los poderes básicos y elementales del Estado? Evidentemente, no ¿Están sometidos al poder Ejecutivo y a la banda de partidos políticos? Evidentemente, sí ¿Y qué decir de los diputados y senadores? Pues sencillamente son auténticas marionetas manejadas por sus respectivos partidos.

En el aspecto económico caminamos hacia un empobrecimiento descomunal. Ahí está el aumento del paro y demás. Nadie dice ni pío, salvo honrosas excepciones, para evitar el desmayo que se avecina.

En fin, mientras el “pueblo soberano” no consiga que sus representantes no sean cleptómanos, ratas, despilfarradores, derrochadores, manirrotos, tiranos, ineptos, loquinarios, fementidos, déspotas y canallas, no habrá nada que hacer. La ruina, el fracaso y el caos nos esperan.