sábado, 24 de abril de 2021

Las tácticas del comunismo ( X I I )


 

Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos el terror que Stalin aplicó a Ucrania.

Uno de los muchos asuntos que el marxismo-leninismo tiene sin revolver es el de la sucesión, aunque, bueno, en Cuba, en Corea del Norte y algún otro sitio, tal asunto parece resuelto: hereditario, cual repugnante monarquía.

En la época de Stalin, así como en la actual de las citadas Cuba y Corea del Norte, por poner unos ejemplos, no hay fórmulas que justifiquen el poder que detenta la nomenklatura. La única fórmula que existe es el montaje de una maquinaria dentro del único partido y aniquilar y destruir a sus rivales, y a los simpatizantes de éstos, como hizo Stalin en Ukrania. Esto está sobradamente probado, sobre todo en la gran novela de Mijaíl Shólojov, “El Don apacible”. El criminal Stalin, tan admirado y querido en tiempos de la segunda república española,  asesinó entre 1932 y 1933 a siete millones de ukranianos.

No cabe duda que este tema de la “sucesión” representa una crisis “teórico-moral” en la jefatura del partido. Esto se vio a comienzos de 1949 cuando varios jefazos del mismo fueron reemplazados por unos simples y rutinarios miembros, como fueron los casos de Gromyko y Vishindky, lo que supuso una “degradación” de la jefatura más antigua. Los problemas internos del partido eran lo importante. Ni qué decir tiene que el pueblo de todo esto ni se enteraba debido, como ya está sobradamente demostrado, a la estructura totalitaria y centralizada de la sociedad soviética, regida y controlada por los jerarcas del poder, que no permitían, ni permiten, que la gente se salga de la “línea general” monolítica, impidiendo todo tipo de iniciativas y espontaneidades.


En próximas entregas veremos algo sobre la propaganda

Continuará.



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