Continuamos con los libros “Poesía
española del Siglo de Oro”, Ediciones 29, Madrid 1990, 113 páginas, "Gustavo
Adolfo Bécquer. Rimas y Leyendas”, Editorial EDIMAT KIBROS (Ediciones y
Distribuciones Mateos), Madrid 1999, 317 páginas incluido “Índice”, y "Los
mejores romances de la lengua castellana", Edicomunicación, S.A.,
1999, 256 páginas.
En la página 16 del primer libro se lee un
“Soneto” de Juan Boscán. Dice así:
“Soy como aquel que vive en el desierto,
del mundo y de sus cosas olvidado,
y a descuido veis donde le ha llegado
un gran amigo, al cual tuvo por muerto.
Teme luego de un caso tan incierto;
pero, después que bien se ha asegurado,
comienza a holgar pensando en lo pasado,
con nuevos sentimientos muy despierto.
Mas cuando ya este amigo se le parte,
al cual partirse presto le conviene,
la soledad empieza a selle nueva;
con las yerbas del monte no se aviene,
para el yermo le falta toda el arte,
y tiembla cada vez que entra en su cueva”.
En el segundo libro, en las páginas 32 y
33, se lee la siguiente poesía:
En el tercer libro, páginas 67
y 68 figura el “Romance de doña Alda”. Dice así:
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“En París está doña Alda la esposa de don Roldán. trescientas damas con ella para la acompañar: todas visten un vestido, todas calzan un calzar, todas comen a una mesa, todas comían de un pan, si no era sola doña Alda que era la mayoral. Las ciento hilaban oro, las ciento tejen cendal, las ciento tañen instumentos para doña Alda holgar. Al son de los instrumentos doña Alda adormido se ha: ensoñado había un sueño, un sueño de gran pesar. Recordó despavorida y con un pavor muy grande, los gritos daba tan grandes, que se oían en la ciudad. Allí hablaron sus doncellas, bien oiréis lo que dirán: -¿Qué es aquesto, mi señora; ¿quién es el que os hizo mal? -Un sueño soñé, doncellas, que me ha dado gran pesar; que me veía en un monte en un desierto lugar; bajo los montes muy altos un azor vide volar, tras dél viene una aguililla que lo afincaba muy mal. El azor, con grande cuita metióse so mi brial; el aguililla, con grande ira de allí lo iba a sacar; con las uñas lo despluma, con el pico lo deshace. Allí habló su camarera, bien oiréis lo que dirá: -Aquese sueño, señora, bien os lo entiendo soltar: el azor es vuestro esposo, que viene de allén la mar; el águila sedes vos, con la cual ha de casar, y aquel monte es la iglesia donde os han de velar. -Si así es, mi camarera, bien te lo entiendo pagar. Otro día, de mañana, cartas de fuera le traen; tintas venían de dentro, de fuera escritas con sangre, que su Roldán era muerto en la caza de Roncesvalles”. Continuará. |
Continuará
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