La historia de los intelectuales bajo el comunismo, a
pesar de toda la propaganda, ha sido de persecución. Esta ideología, por su
ejercicio dictatorial político, siempre fue recelosa y suspicaz con el mundo intelectual
que, por definición y naturaleza, debe ser crítico con el poder.
El comunismo, una vez instalado en un gobierno y
disponiendo del poder total, con los correspondientes instrumentos que le
facilitan implantar la censura y muchas
limitaciones, impondrá su ideología dominante y excluyente.
Su odio y persecución
a todo aquello que simbolice la conciencia intelectual y democrática, se
pondrá de manifiesto en los “mass-media” que, como es sabido, están en manos
del poder, contando, además, con los “intelectuales orgánicos” para la
propaganda, aunque estos “intelectuales” nunca dejarán de estar bajo sospecha.
Este comportamiento es total y absolutamente igual al
que usaba el fascismo en Italia, por ejemplo. (Allí se perseguía a los
intelectuales Marinetti, Malaparte, y con mucho más ahínco, a Benedetto Croce).
Después, por todo el territorio del país se instalan
los “centros ideológicos”, en donde la rigidez ideológica campará por sus
respetos, y la permisividad, en cualquier terreno, será abolida y suprimida, no
permitiendo ni el escapismo ni el neutralismo. Viendo todo esto, no viene a la
memoria el personaje mitológico Procusto, del que ha hemos comentado algo en
este blog.
Como sabrán, el mentado Procusto era un bandido hijo de Poseidón, que ponía en una cama de hierro a sus víctimas (imagen). Si la víctima, por su estatura, sobresalía de la largura de la cama, le cortaba las piernas para así ajustarla a la cama. Si, por el contrario, su estatura era más pequeña, se las alargaba estirándolas hasta coincidir con la longitud de dicha cama. En ambos casos, las víctimas perecían. Murió a manos de Hércules en el mismo suplicio.
La
expresión cama de Procusto se aplica en muchas ocasiones,
siendo la más conocida la falacia que trata de deformar la realidad para
que los hechos y los datos se adapten a la teoría o a la hipótesis inicial. El
que quiera entender, que entienda.
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