Habrán visto y oído estos días, con motivo de la próximas elecciones de la Comunidad madrileña del 4 de mayo, los “discursos”, alocuciones, mítines, concentraciones, reuniones, etc, y altoparlantes por las calles anunciando a bombo y platillo los programas de los respectivos partidos políticos. Oyendo y viendo todo esto, recuerda uno la palabra greguería que, según los inmortales de la RAE, tiene dos acepciones:
“Agudeza, imagen en prosa que presenta una visión personal,
sorprendente y a veces humorística, de algún aspecto de la realidad, y que fue
lanzada y así denominada por el escritor Ramón Gómez de la Serna”.
Y la otra que significa
“gritería”,
que la define como “confusión de voces
altas y desentonadas”. A esta última es a la que nos vamos a referir.
Una de las cosas que
más llaman la atención a los extranjeros que nos visitan, es precisamente esto:
el que hablamos a gritos. Y esto queda bien expuesto en las “campañas
electorales”, y no digamos ya lo que se oye y se ve en el “ente” e incluso a
veces en la “arradio”, como decía uno que iba para político. Y no digamos ya
nada tampoco de las redes sociales, que más bien parecen rediles sociales.
Estos mitineros
políticos prefieren vociferar y aullar a hablar, con lo que el “pueblo
soberano” se encandila, dándoles la razón. El relincho es el relincho, oiga.
En fin, por su tono les
conoceréis, además de por sus gestos, generalmente adustos, acompañados de un
verbo encizañador preñado de mentiras y falsedades, generando odio, rencor,
animadversión, resentimiento, etc,
Y terminamos con una
frase de George Orwell: “Toda la propaganda de guerra, todos los gritos y
mentiras y odio, provienen invariablemente, de gente que no está pelando”
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