lunes, 26 de abril de 2021

In principio erat odium


 Escuchar a Pablo Iglesias acusar a diestro y siniestro a casi el mundo entero de no hacer más que fomentar e impulsar el odio, adjudicando a los que no piensan como él los títulos de corruptos, criminales, ladrones, etc., etc., resulta algo tan chocante, grotesco y desproporcionado que, pensándolo con frialdad, mueve a risa, evitando así el disgustarse más de lo necesario en unos tiempos tan poco afortunados para todos y más propensos a la lamentación y el llanto que a la susodicha risa.

Es triste contemplar a un hombre joven, en la plenitud de la vida, de profesión político, desde una cómoda situación socioeconómica convertir una supuesta vocación de servicio a sus conciudadanos en una máquina de fabricar aquello que más critica en los demás: odio, odio y confrontación donde quizá no existirían ni lo uno ni lo otro si no fuese fomentado por personajes de su estilo que tras adjudicarse de un modo gratuito todas las bondades existentes, se erigen en jueces y verdugos, encarnando la figura de Júpiteres tonantes y asegurando por ejemplo y recientemente, que “los ultras de un partido han ido a provocar violencia a Vallecas” o a “lanzar objetos contra los vecinos y a su líder, romper el cordón policial junto a sus matones para provocar una carga”, insistiendo en que dicho líder “seguirá haciendo apología del terrorismo, reivindicando el franquismo y promocionando la violencia.” Mentira tras mentira y absoluta y tendenciosa falta de rigor. Todo vale para alcanzar los fines pretendidos.

 Al tiempo que voy escribiendo, echo una mirada a la prensa del día y veo que hay más de un artículo sobre el mismo tema. La palabra odio salta a los titulares. Estos nuevos falsos profetas lo fomentan: odio entre los españoles, odio a su historia, odio a sus gestas, odio a todo lo que nos hizo grandes entre los grandes. Aplauso a la violencia, ensalzándola hasta confesar sentir gran contento y emoción al contemplar cómo son agredidos cobardemente los servidores del orden... He ahí sus pretensiones, su aspiración: ver una España troceada, rota, camino del caos, del deshecho, situación en  la que ellos se erigirán soberanos y podrán manejar a su antojo. Y todo, según su inmaculada ideología, en aras de la democracia, la justicia social y los derechos humanos. Nunca les oiremos hablar de paz, comprensión, serena convivencia, fraternidad....No, para ellos solo se trata de eliminar al opositor, al que pueda pensar distinto. En su tremendo egoísmo, en su exacerbada egolatría no conciben un mundo de ideas diversas ya que solo las suyas harán que se logre ese mundo mejor al que solo se llega por la revolución y la violencia cueste lo que cueste. El mundo mejor de estos nuevos Mesías es aquel en que sus enemigos sufran y se pudran y en pro de estas aspiraciones gobiernan y legislan cuando están en el poder, no para lograr el bienestar de los suyos sino sola y simplemente para molestar, para fastidiar al opositor que solo merece su rechazo y desprecio.

 A propósito de esto, leemos en la prensa la lamentable, vergonzosa y deplorable “ocurrencia” de la alcaldesa ¡qué nivel! de Getafe. Recomienda a las jóvenes esta “prócer”, representante del poder municipal, que “apaguen la tele y enciendan sus clítoris” lo que nos da, para empezar, una clara idea de la parte de su anatomía en que tiene situado su intelecto esta señora y después, su intención de molestar cuando es capaz de parir una pijada de tal calibre, digna de la pijería más sobresaliente, sin duda repudiada y criticada por ella misma si la observase en el prójimo.

 En estas manos nos encontramos desgraciadamente, gracias a las componendas, pactos, trampas y mentiras que propicia esta maltratada democracia que está consiguiendo facilitar al odio un fatal protagonismo.

 P.D. Por asociación de ideas se me ocurre una pregunta: ¿Podrá decirme alguien qué fue de aquel Hasel, cantautor y héroe fugaz de multitudes enfervorizadas?

 Francisco Alonso-Graña del Valle

 

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