Estas
son las bases en que se fundamentan una vez más los argumentos de las campañas
izquierdistas ante las sucesivas elecciones, en esta ocasión, las madrileñas.
En este aspecto su imaginación es muy fértil pero como de costumbre, al mismo
tiempo pobre, mendaz y rastrera.
Somos
testigos estos días del manejo de la opinión pública a base de noticias
sensacionalistas de supuestas amenazas a los heroicos gobernantes. También
abundan las tertulias en las que la imparcialidad brilla por su ausencia y la
manipulación resulta tan evidente que la decisión, valentía y claridad de un
contertulio (en este caso, una) hace saltar por los aires todo el montaje y
deja en paños menores a toda la organización...aunque seguro que, insensible al
desaliento, esta pandilla de listos no cejará en su empeño y olvidando el
ridículo, seguirá inventando modos y maneras de seguir con sus trapaceros
métodos, para desprestigiar a todos, todas y “todes” los que puedan
interponerse en su camino, en el camino de la perpetuación en el poder, un
poder que están demostrando día tras día, solo sirve a sus intereses y no al
bien de la ciudadanía y del que usan y abusan de una forma cada vez más parcial
y descarada.
Cuando
yo era niño, en mis felices temporadas de vacaciones en un delicioso y pequeño
pueblo asturiano decíamos a modo de sentencia en ese lenguaje popular tan
gráfico y certero: “las trampas, rescamplan”, siendo rescamplar un verbo de
difícil traducción pero que nosotros entendíamos perfectamente como “rebotar” o
“volverse en contra” y ya puestos a aclarar, sinónimos, de lo que se conoce
como “producir efecto boomerang”.
Una
vez más, todo este manejo nos hace pensar que nuestro pueblo no se merece el
nivel de pobreza y ruindad que preside hoy las mentes que lo rigen. La
experiencia está resultando verdaderamente penosa y por ello vemos y nos
alegramos de que, a veces, en beneficio de la verdad, se haga patente el dicho
asturiano a que aludimos: “las trampas, rescamplan” o “les trampes,
rescamplen”, y que llegue a alcanzar la categoría de ciceroniana claridad.
Nada
sabremos en concreto y esto es la única realidad sobre el resultado de las
elecciones a la comunidad de Madrid hasta la noche del próximo día 4 pero según
mi opinión nunca la representación de la izquierda había tenido un nivel tan
pobre, bajo y poco fiable como en esta ocasión que comentamos.
En
una repentina decisión, el sr. Iglesias Turrión nos había sorprendido al
presentarse como candidato de su partido a encabezar la lista electoral. No
conoceremos a fondo las razones que le hayan impulsado a dar este paso aunque
creemos que la principal podría ser el deseo y convencimiento de que iba a erigirse
en la figura estelar de la izquierda, alcanzando otra vez la notoriedad
adquirida gracias a sus manejos de la indignación popular y al torpe apoyo que
la oposición le brindó un día como feroz verdugo del PSOE y que él aprovechó
para lograr su momento de gloria, pero un uso tan ególatra de la ocasión le fue
restando credibilidad al tiempo que subía su posición social y aumentaba la
obligada mentira en sus intervenciones públicas. Se diría que Galapagar fue
para él su particular valle de los caídos y de allí hubo de salir para
encontrarse, en primer lugar con un portazo en las narices de Más Madrid tras
su intento de entendimiento y dominio y después con la rocambolesca unión con
el señor Gabilondo cuya persona parece situada en sus antípodas hasta tal punto
que ha pasado a formar con él una pareja inverosímil, una verdadera caricatura.
Ya
no engaña Iglesias. No engaña su furia, no engañan sus repetidos argumentos con
sus ataques indiscriminados a todo aquello que no se corresponda con su
modélica pureza, no engaña ya su pretendida proletaria vestimenta. Hoy,
económicamente es millonario y políticamente ha entrado de lleno, pareja incluida,
a formar parte de la odiada casta que un día no muy lejano sufrió sus ataques
como azote y verdugo exterminador. Parece que sus días han pasado ¿Tendrá
capacidad todavía de reservarnos una sorpresa final?
Francisco Alonso-Graña del Valle
No hay comentarios:
Publicar un comentario