Por más que les pese, y a poco que uno se fije, la doctrina y la terminología que usan los comunistas, así como su “educación” y su “moralidad”, son de carácter militarista. Así, la jefatura del partido se llama “el estado mayor general de la revolución mundial”, como se proclamó en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista, que tuvo lugar en Moscú en 1920, que es el encargado de centralizar y jerarquizar la doctrina de arriba abajo.
Por otra parte, en cuanto a la “moralidad”, para los
comunistas son buenas y virtuosas la
mentira, la tergiversación, el odio, el embeleco, el camuflaje, la calumnia, etc,
etc, siempre que se empleen contra el enemigo.
Al mismo tiempo, los militantes comunistas no son
leales a ninguna fuerza que no sea la
suya, lo que lleva a que no haya tratados, acuerdos, alianzas, etc, entre ellos
y los no comunistas, aunque a veces, y por tácticas momentáneas, parezca que sí
las hay. Dichas tácticas está bien definidas por la doctrina: “utilizar divisiones en el campo enemigo”.
Como ejemplo ahí está el pacto nazy-soviético,
comentado en nuestro artículo “LXXX
aniversario del comienzo de la II Guerra
Mundial ( I )”, insertado en este blog con fecha 11-5-2019. Dicho pacto,
que sólo duraría dos años, firmado en agosto de 1939, y en el que Stalin brindó
por Hitler, sirvió para una “entente cordiale” entre comunistas y nazys. Sin
embargo, desde 1941 hasta 1945, formaron parte de la coalición con los
occidentales en su lucha contra Hitler.
Sobre estos “pactos”, sobre todo el firmado con
Hitler, hizo que los comunistas los
tildasen de traidores y desleales. La verdad es que desde la óptica comunista,
la URSS nunca fue aliada ni de Hitler ni del mundo occidental. Ambos acuerdos,
o “pactos”, fueron propagandísticamente manipulados. Lo que se perseguía, en realidad,
era lograr los fines que eran, entre otros, ya finalizando la I I Guerra
Mundial, las conquistas imperialistas de la Europa Oriental.
Estas tácticas también las emplean los comunistas con
los no comunistas en lo que se llama “frente
unido” que, como siempre, y como ya
hemos dicho, lo que se busca y se persigue es dividir al enemigo.
Por otra parte, los comunistas siempre tratan de
dominar a la clase trabajadora más o menos organizada, es decir, el movimiento
sindical, aprovechando la menor oportunidad que se les presente para ejercer su
influencia sobre los sindicatos. De este asunto tenemos vivos recuerdos de
personas que aparentaban y decían ciertas cosas, y cuando dabas la vuelta eran
otras, mostrando siempre dos caras.
Continuará.
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