sábado, 6 de marzo de 2021

“De puta madre, colega”


 Recordamos con mucha nostalgia que, cuando nos estábamos preparando para el ingreso de bachillerato, con ocho o nueve años, en el centro donde estudiábamos nos ponían un dictado todos los días con textos de “El Quijote”. Matábamos dos pájaros de un tiro: nos enterábamos del gracejo y del genio de Miguel de Cervantes Saavedra, a la vez que nos valía para la ortografía.

 Unos años después comenzamos a leer, entre otros libros, “Pobre, vago y optimista”, de P.G. Wodehouse, novela de humor fino inglés que te hacía conservar la sonrisa mientras leías el libro; “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, de Enrique Jardiel Poncela, o las preciosas novelas de Harry Stephen Keeler “Noches de Sing-Sing” y “Las gafas del señor Cagliostro”. También leíamos “La cordorniz. La revista más audaz para el lector más inteligente”, de Alvaro de Laiglesia, con los Mingote, Chumy Chúmez, etc, etc, y otras publicaciones humorísticas.

 Todo esto viene a cuento porque en esta España, que efectivamente no la conoce “ni la madre que la parió”, ya ni se conservan ese gracejo y chispa humorística que caracterizaba a las personas antes mencionadas y a muchas más. Y cuando esto ha desaparecido es que verdaderamente la cosa va mal.

 Y va mal porque ahora hay una serie de “famosos” que son los que conceden, expiden y dispensan los correspondientes certificados y bulas de cómo tiene que ser el escritor, el artista, el intelectual, etc, llegando al extremo de que el humor no solamente esté reñido con la educación, sino también con la inteligencia. No hay nada más que leer cierta prensa, ver un poco la telebasura y asistir de vez en cuando al cine.

 No hace mucho tiempo, hemos ido a una sala a ver una película que nos habían recomendado unos amigos. La verdad es que salimos asqueados. El calificativo que nos merecía sería el de bodrio, comistrajo, basura o bazofia. Los “diálogos” eran todo a base de hostia, puta, tío, tía, coño, cabrón, puta idea, me cago en . . ., y puta madre.

 Por otra parte, llama la atención la prepotencia y pedantería de los actores, directores y guionistas de los citados bodrios. ¡Ya quisieran tener el talento y gracia de los Charlot, Buster Keaton, Cantinflas, Tin-Tan, José Isbert, Alfredo Landa, Fernandel, Louis de Funes, Danny Kaye, Bob Hope, Jerry Lewis, etc, etc.

 En fin, aquí se ha sustituido el talento humorístico clásico español por la cloaca mental, lo soez y la grosería.



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