Así se intitula el libro de Cristina López Schlichting, Ediciones Temas de Hoy, S.A., 2005 (nosotros tenemos la 4ª edición de febrero de 2006), 202 páginas con “Indice Onomástico” incluido. La obra consta de “Introducción”, “Declaración de intenciones” y 8 Capítulos divididos en “Primera parte”, “Segunda parte” y “Tercera parte”
Como ya sabrán, Cristina es una genial periodista nacida
en Madrid en 1965, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad
Complutense. Poseedora de una larga y extraordinaria carrera en los distintos
medios de comunicación, escribe, entre otros sitios, en “La Razón”, escribiendo
también en su día en “ABC” y en “El Mundo”, amén de haber colaborado en otros
tiempos en Antena 3, RTVE, Telecinco, Telemadrid, Intereconomía, etc. También
es autora de otro libro intitulado “Yo viví en un harén”. Actualmente
dirige en la COPE “Fin de semana”. (Recomendamos suscribirse a su canal de
YouTube)
Como ya supondrán, y a lo mejor sabrán, a Cristina se
la ha despreciado, y se la desprecia, simplemente por haber escrito un libro de
forma valerosa y agradable sobre cómo está nuestra sociedad actual, criticándola
con verdades que son “políticamente incorrectas”.
La obra es una crónica, con sus reflexiones,
pensamientos y deducciones sobre las personas y la sociedad, nombrando varios y
distintos personajes tales como Esperanza Aguirre, Pedro Almodóvar, Sabino
Arana, Aristóteles, Beethoven, Humphrey Bogart, Marlon Brando, Winston
Churchill, María Teresa Fernández de la Vega, Felipe González, Gaspar
Llamazares, Mozart, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, y un larguísimo etc. Dejamos para lo último la mención que hace de Ernesto “Che” Guevara que aparece
en “Segunda parte”, en el párrafo intitulado “La camiseta del Che”, páginas
92 y 93. Nos dice Cristina:
“Si el ‘progre’ tuviese que uniformarse y
la verdad es que algunos lo hacen, luciría pañuelo palestino, camiseta del Che
y ramito de marihuana en la diestra. Qué horror. Me sorprende la semejanza casi
monótona que existe entre personas que se conciben a sí mismas como rompedoras.
Bastan unos minutos de conversación para saber lo que opinan sobre casi todo.
Desde las drogas hasta la economía, pasando por Estados Unidos, la educación o
el sexo, se atienen rigurosamente a la corrección política y piensan igual. La
cultura del progreso está uncida a ritos minuciosos y arcanos, que no osa
impugnar: por ejemplo, si pone en la pared un póster con la bandera americana
comete herejía; por el contrario, puede poner un paisaje de Manhattan. Leer a
Pemán está mal; leer ‘Guerra de guerrillas’, de Ernesto Guevara, muy
bien. El ‘progre’, vote al PP o al PSOE, adora a Aute o a Sabina, artistas que
se han visto erigidos en capataces de una mayoría a la que pastorean como
cabestros en una u otra dirección.
El hombre y la mujer modernos no leen demasiado,
si acaso novelas. Digieren la cena frente al televisor y cuando han de opinar
dicen lo que indique el gurú. Esta semana hemos tenido u magnífico ejemplo. El
ministro de Exteriores cubano ha visitado España y a ningún poderoso se le ha
ocurrido recordarle que dos millones de cubanos viven en la diáspora, 300.000
son refugiados políticos y 12.000 han sido fusilados oír oponerse al régimen
comunista. Por no hablar de las decenas de miles de presos y torturados en
cuarenta y seis años de dictadura. Entre tanto se ha emitido un manifiesto,
entre cuyos firmantes se encuentran Joaquín Sabina y Luis Eduardo Aute, que
apoya el castrismo y subraya que ‘no ha existido un solo caso de desaparición,
tortura o ejecución extrajudicial’ en Cuba. Naturalmente. En los regímenes
comunistas es condición la identidad entre partido y poder, de modo que jueces
con carné ejecutan lo que el jefe común del Gobierno y del partido determina.
La ‘extrajudicialidad’ es un concepto exclusivamente democrático. Cabría
suponer que la España ‘de los derechos’ ha bramado contra este texto injusto.
Pues no: el 53 por ciento de l población apoya, según encuestas del Instituto
Elcano, la política de José Luis Rodríguez Zapatero con respeto a Cuba. No le
pregunte a la masa quién el Che, no le pidan cuentas de los 12.000 fusilados.
Ellos se limitan a ponerse el pañuelo palestino. Que progre, que chuli”.
En fin, recomendamos leer este magnífico libro.
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