Así se intitula el libro escrito por Valentín González “El Campesino”, Editorial Maracay, Venezuela, 366 páginas, incluido “Índice”.
Como decíamos en las anteriores entregas, en ésta y
sucesivas vamos a ver lo que nos dice El Campesino en este libro en los Capítulos
que ya hemos indicado en la primera entrega, sobre el “paraíso comunista”, que
era la base del “porvenir radiante de la Humanidad”.
En el anterior artículo comentábamos que en éste
veríamos algo sobre lo que nos dice Valentín González en el Capitulo V I I I
intitulado “Un inmenso burdel y un inmenso mercado negro”, páginas 89 a
100. Escribe “El Campesino”:
“Ha llegado el momento de referir mi
primera evasión de la Unión Soviética.
“Las palabras no tienen el mismo sentido
en todas partes. Para un occidental la palabra ‘evasión’ significa que
el que la intenta se encuentra encarcelado. Pero como la U.R.S.S. es una vasta
prisión, para salir de ella es preciso tener valor y exponerse a peligros
infinitamente más grandes que los que supone la evasión carcelaria en cualquier
otro país”.
En el párrafo siguiente nos habla el autor de la
corrupción que había en la destartalada URSS, diciéndonos que allí “todo
puede comprarse y venderse con dinero: alimentos y objetos, jovencitas de doce
o trece años y mujeres casadas, influencias y protecciones oficiales,
documentos auténticos o no . .
A esta corrupción hay que agregar otra:
los hombres desaparecidos durante la guerra o muertos en los campos de trabajo
forzado suponen una cifra tan enorme de adultos, sin hablar del agotamiento de
millones por hambre, por fatiga física o por sufrimientos sin fin, que la mujer
soviética, habiendo perdido todo freno moral, se lanza, bajo la presión de la
miseria o impulsada por su instinto animal, a una verdadera caza del hombre.
Como se verá en el capítulo consagrado al
relajamiento general de las costumbres, la U.R.S.S. entera puede ser
considerada como un inmenso burdel y un inmenso mercado negro.
En combinación casi siempre con los
organismos encargados de la represión – principalmente política - y del mantenimiento de orden público, la
prostitución se ejerce por todas partes, y el bandidismo, generalmente bien
organizado, tanto en la calle como en la prisión y en los campos de
concentración, constituye a la vez el elemento rebelde y el amo indiscutible
del mercado negro. Este doble hecho no se concibe más que en un país donde
nadie cree realmente en nada. En efecto, el régimen ha destruido toda noción
moral y de solidaridad en la familia, el orden doméstico entre compañeros de
trabajo y organización entre los sexos y los seres humanos en general.
¿Qué moral y qué solidaridad pueden
existir allí donde los hijos tienen el deber de denunciar a sus padres, la
mujer al marido, el compañero a su compañera, bajo la pena de exponerse a
terribles sanciones?
¿Qué moral puede tener un pueblo condenado
al hambre, sometido a la degradación y al terror permanente y reducido a la
animalidad más elemental?”.
En la próxima entrega veremos lo que nos dice EL
Campesino en el Capítulo X X I I I intitulado “El relajamiento de las costumbres
en la U.R.S.S.”, páginas 267 a 283.
Continuará.
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