Hay que reconocer que la
izquierda es maestra en lo que se refiere a crear alianzas y pactos con tal de
conseguir sus objetivos, o de derribar a sus adversarios. Ahí tenemos, como
paradigmas, “los pactos de progreso”, las “alianzas de progreso” y, ¡cómo no!,
la “alianza de civilizaciones”.
Estos pactos y alianzas (para
el feminismo semántico puede que sean “pactas” y “alianzos”), suelen plasmarse
en manifestaciones pancarteras para tomar las calles o insultar a los
simpatizantes y militantes de VOX y del PP llamándoles “hijos de puta”, así
como llamar a Aznar asesino y terrorista
¿Se acuerdan?
Con los citados pactos y
alianzas también se persigue atacar a la religión cristiana, no a otras, por
los cuatro costados (“Cloro al clero”
piden algunos), atacar a la enseñanza (fuera los colegios concertados), entrar
tetas al sol en una iglesia, no en una mezquita, etc, etc.
La cosa es seguir en el
poder. De nuevas elecciones nada de nada. Vale todo menos dimitir. Les importan
más sus momios, prebendas y sinecuras, que el bienestar de la Nación que, como recordarán,
Nación es un “concepto discutible”, decía el cenutrio Rodríguez Zapatero.
Pero es igual, oiga. “Hay
que sacar este país adelante con una mirada progresista”, o también que
estamos en “una “democracia absolutamente robusta”, Carmen Calvo dixit
¿Se acuerdan?
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