Como decíamos en nuestro artículo “Deberes y derechos”, vamos a comentar algo sobre el libro “Hijos de la Logse. Claves para entender y superar el fracaso educativo”, autor Francisco Robles, Editorial Toro Mítico, S.L., 2.008, 221 páginas.
El libro no tiene desperdicio. Con un sentido irónico, agudo y jocoso, el autor comenta el desastre espantoso de la enseñanza en España con motivo de la implantación de la LOGSE “felipista”, que ha traído una ignorancia crasa y supina a nuestros jóvenes, amén de un fracaso escolar estrepitoso.
La
disciplina que combaten los logsianos es la palanca de cambio que nos permite
dejar de ser simples animales instalados en el instinto para convertirnos en
seres humanos dotados del mayor bien que atesora la inteligencia: la
posibilidad de trascendernos a nosotros mismos, de ir más allá de las
circunstancias que nos determinan, debe llevarnos sobre el origen social y familiar.
En resumen: la disciplina es un arma cargada de futuro que se proyecta hacia el
porvenir con el proyectil del proyecto. El hombre es el único animal que va más
allá del presente. El hombre está capacitado para diseñar proyectos que lo
lleven más allá de sus limitaciones. Y para eso debe echar mano de la
disciplina.
Claro
está que la disciplina no se adquiere así como así. La disciplina es un
complejo sistema de deberes y obligaciones que se van asimilando desde la más
tierna infancia. Gracias a la disciplina que imponen los padres a sus hijos nos
encontramos con criaturitas que comen algo más que espaguetis o gusanitos. Si
el infante se alimentará exclusivamente de aquello que le apetece comer,
entonces no podría desear desarrollarse de forma adecuada. Tampoco se lavaría
ni dormiría el tiempo adecuado y en el horario fijado para que su actividad sea
provechosa. Desde que nacemos nos sometemos a la disciplina del alimento y del
sueño, que son la otra cara que le da sentido a la moneda del cariño con que nos
tratan nuestros padres. Si falla una cara, la moneda se convierte en una
entelequia imposible de ser imaginada ¿O es que alguien es capaz de situar en
su cerebro una moneda de una sola cara?
Una
vez adquirido el hábito de la disciplina en el hogar, el niño está en
condiciones de ir a la escuela para ponerlo en práctica. El logsiano negará
este proceso lógico y querrá darle la vuelta. Para el logsiano, el centro
escolar es el lugar donde se adquieren los valores. Hagamos la prueba del
nueve: un profesor de instituto que está dos horas a la semana con un alumno
que forma parte de un grupo de 30 personas debe hacer lo que no hacen sus
padres, que son dos y están con el chaval durante el resto del día, durante los
fines de semana y durante los largos y cálidos meses de las vacaciones
estivales, amén de los periodos navideño, semanasantero y festivos en general.
¿Quién puede sostener semejante barbaridad?”
En fin, y como siempre decimos, libro recomendado para
“progres”.
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