La vida sigue igual

Como siempre decimos, vamos a "recuperar la memoria histórica", pero la reciente.


El panorama español de aquellos años del "gonzalato" y del "zapaterato", era desolador.


Prejubilaciones anticipadas e incentivadas; contratos eventuales sin renovación; expedientes de regulación de empleo a tutiplén; gobiernos totalmente paralizados en todos los aspectos, que no sabían qué hacer y cuáles son sus prioridades; sindicatos inexistentes, a no ser para respaldar manifestaciones que nada tenían que ver con el mundo laboral y siempre a las órdenes del gobierno, que es quien les pagaba, y que no valoran sinceramente la situación laboral. Además confunden los deseos, por muy legítimos que sean, con los derechos a algo que no es posible.

Por tanto, que no nos hablen, ahora y siempre, de estado del bienestar, porque éste es el que, entre otras muchas cosas, ofrece y dispone de puestos de trabajo fijos y, cuando llega la situación excepcional de quedar sin él, garantiza unos ingresos similares al salario habitual que se venía percibiendo.

Para resolver el problema del paro y mantener las pensiones, que por cierto peligran, se necesitan cada vez más ingresos por parte del Estado. Pero como no se creaban  empresas durante aquellos gobiernos, el incremento de los impuestos frenaba, y frena, la economía y se ingresa menos.

Pero a lo mejor todo se soluciona, ya que la “tierra no pertenece a nadie salvo al viento”, frase profunda y trascendental pronunciada por el Obtuso de la Moncloa en la cumbre climática de Copenhague ¿Se acuerdan?

En fin, después de todo esto, la vida sigue igual, ya que este desnortado e híbrido gobierno que tenemos no hay por donde cogerlo.