jueves, 18 de mayo de 2017

Financiación autonómica: la quiebra de un Estado ( y I I )


Y seguimos "recuperando la memoria histórica", pero la reciente, como siempre. En este caso vamos a la época "zapateril.


En aquellos años, y también ahora, el modelo de financiación de las autonomías al estilo zapaterista, estaba, y está, en contra del bien común de España, porque el voto cautivo, bien pagado, remunerado y subvencionado, por las autonomías (¿o serán autarquías¿?) catalana, andaluza, e incluso vasca y Navarra, así lo exige.

Esos enormes silos del voto cautivo, además, ya tienen sus propios regímenes forales que, mediante un cupo, que no deja de ser un robo, se han convertido en verdaderos estados autárquicos con su recaudación y autogestión de impuestos. La justicia distributiva no existe.

Como se sabe, este tipo de financiación, que tiene en cuenta la población y su dispersión, la superficie y otros conceptos que hacen que se beneficien siempre los mismos, atiende también a la “normalización lingüística”, que no tiene otro objetivo que el de liquidar el idioma español.

Que no nos engañen: esos pequeños estados autárquicos ya no son el tan cacareado Estado de las Autonomías de España, porque ésta no existe. Y no existe porque no se atiende al interés general, ni al bien común, ni a la igualdad (claro, que este tipo de igualdad no interesa. Lo que interesa es la otra “igualdad”). Lo que priva es la desmembración, la desintegración, el desmoronamiento y la desaparición de España en el sentido de Nación, Patria y Unidad.
Lo que más nos duele es que buena parte del dinero de todos los contribuyentes españoles, vaya a parar a manos del nacionalsocialismo catalán. Por enésima vez: no comprar productos catalanes.

Y para más INRI, al gobierno "zapateril" se le ocurrió en su día otra cosa que meter mano en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que en teoría sirve para garantizar el pago de pensiones, para financiar el gasto público. El método que se iba a emplear para esto era el de compra de deuda, sin darse cuenta del gravísimo riesgo que se corre por impago. ¿Qué decían a esto los sindicatos? Pues sencillamente, ni mu.

Así nos dejó el pufo de casi un billón de euros. Y para encima se reían.




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