Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre el “internacionalismo proletario” del judío Marx ante este asunto de Europa. Suponemos que sospecharán sus propuestas.
Como ya supondrán, dicho internacionalismo proletario no tuvo, ni tiene, ningún interés por el asunto de Europa. El propio Marx pensaba y creía que el europeísmo era una farsa, diciendo que una república europea era de lo más grotesco que podía existir, aunque posteriormente se constituyera la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Curioso ¿verdad?
También pensaba que el federalismo era una creación de la burguesía, pues los proletarios no tenían patria. Esto no concuerda con lo que dijo en su día el criminal Fidel Castro: “Patria o muerte”. Sin comentarios.
Sin embargo, cuando se celebró la II Internacional (1889-1914), sí hubo socialistas que se ocuparon del asunto, como fue el caso del francés Jean Jaurès, aunque éste decía que el proletariado era la única fuerza importante para la unificación de Europa, no dándose cuenta de que los partidos socialistas se habían constituido y organizado de acuerdo con las fronteras de los Estados que ya existían.
Por otra parte, Friedrich Nietzsch, ya anunciaba en su día la decadencia de Europa, pronosticando la inviabilidad de los estados nacionales desde el punto de vista económico, de lo que se extrae la necesidad de integración del continente.
Hubo una serie de políticos y filósofos que comentaron el problema de la decadencia y postración de Europa. Entre éstos destaca nuestro admirado Ortega y Gasset, el cual hablaba de la unión de los europeos en una empresa común para que no se cayese en “la inercia moral, en la esterilidad intelectual y en la barbarie omnímoda”. Proféticas palabras.
En la próxima entrega veremos algo sobre el movimiento europeísta después de la I I Guerra Mundial.
Continuará.
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