viernes, 5 de mayo de 2017

El Cristianismo y Grecia, bases de la cultura Occidental



El cristianismo, como ya se sabe, surgió hace poco más de 2.000 años y ha influido notoriamente en casi todas las partes, aunque ese cristianismo haya sufrido disputas y discordias intestinas. No obstante, ha quedado marcado y señalado en el frontispicio del mundo cristiano una cosa: la Vida y Pasión de Jesucristo.

Los movimientos comunista y nazy, que en el fondo son lo mismo, han intentado borrar del mapa todo lo que sonara a religión, principalmente la cristiana. Esos movimientos han desaparecido prácticamente. La religión sigue viva. Y cuando decimos religión nos referimos a católicos, protestantes y ortodoxos.


En estos momentos, y sobre todo en esta España heredera del desastroso “zapaterato”, se aprecia un aumento del laicismo, a la vez que lo trascendental ha pasado a segundo término, o ha desaparecido: el agnosticismo y el ateísmo campan por sus respetos.


Ya en los primeros siglos de la Iglesia Cristiana, tuvo una gran influencia el gnosticismo, no solamente como doctrina religiosa, sino también filosófica. Este movimiento, por llamarlo de alguna manera, como es sabido, trata o pretende conocer los asuntos divinos por medio de la intuición y no a través de la fe y de la razón.. Concebían a Dios como un Ser que se identifica con el mundo. Sería una especie de panteísmo de Benito Spinoza, filósofo éste que estaba influenciado por las tradiciones judía y árabe, amén de la filosofía cartesiana y también, aunque en otro plano inferior, por Platón y Aristóteles.


Por otra parte, el agnosticismo, defendido por muchos filósofos no ateos, niega que la inteligencia humana llegue a comprender lo trascendente, lo absoluto y lo sobrenatural. En una palabra: este movimiento filosófico ni afirma ni niega la existencia de Dios.


La existencia de un Ser Creador, de un Arquitecto o de un Todopoderoso, parece estar cuestionada actualmente por concepciones un tanto modernistas que, además, también cuestionan la existencia del alma. No cabe duda de que los principios sociales y filosóficos, incluso los políticos, de la antigua Grecia se mantienen vigentes en pleno siglo XXI porque nos han transmitido aquellas verdades fundamentales ignoradas o negadas por muchos, verdades algunas muy anteriores al cristianismo.


La cultura cristiana predominó hasta la Revolución Francesa, o mejor dicho, hasta la Ilustración, considerada ésta como preámbulo de aquélla. La Revolución implantó aquello de la “Diosa Razón”, tratando de aniquilar o de sustituir a Dios. Este movimiento, por llamarlo de alguna manera, era un ateísmo enfundado en un falso hábito religioso, ya que no tenía en cuenta en absoluto las bases de la moral cristiana.


Posteriormente a la Revolución, y muy próxima a ella relativamente, vinieron los Marx y sus acólitos con aquello de que la religión era el opio del pueblo: había que suprimir todo tipo de religión, pero principalmente la cristiana, incluida la ortodoxa rusa.


Al ateísmo se opuso de manera contundente el Romanticismo, movimiento que no consideraba la razón de los ateos para explicar e interpretar los acontecimientos históricos pasados. De hecho, el Romanticismo prescinde casi de la razón, aunque no la desecha, y recurre a las leyendas y mitos pasados porque los románticos estaban convencidos de que las fuerzas anatómicas y biológicas de la Humanidad, en muchas situaciones, y en muchos casos también, superaban a la razón, o se imponían a élla. Los mitos son un ejemplo de esto.


El que la razón fuese apartada por los mitos y sus respectivos héroes, no quiere decir que las religiones quedaran relegadas, destronadas o desbancadas, porque las citadas religiones son una parte importantísima de los hechos ocurridos en el pasado.


En contra a este movimiento romántico, aparecen afines del siglo XIX y a mediados del XX una serie de teorías que intentan y tratan de dar explicación a todo el acontecer humano por medio del análisis psicológico. Estas teorías están basadas en la mente humana descartando, por supuesto, los conceptos del bien y del mal, así como el alma. Estas teorías, psicología y psiquiatría, han influido negativamente a lo largo del siglo XX en bastantes casos. Basta con recordar la discriminación racial aria que intentaba perfeccionar dicha raza, eliminando a las personas taradas física o pisquicamente.


En la Edad Contemporánea, se empieza y se intenta desbancar a la filosofía y a las ciencias griegas porque fueron, y son, un pilar en temas tan trascendentes como la existencia de Dios y la eternidad del alma. Para ello se aduce que tales ciencias son demasiados abstractas y que no están basadas en praxis alguna. Por lo tanto, tenía que haber error.


Evidentemente estos “desbancadores” no tuvieron en cuenta que la mismísima Ciencia cambia constantemente sus principios. Así, por ejemplo, los griegos creían que el Universo era de forma esférica. No digamos ya cuando se creía, posteriormente, que el universo era infinito mientras que Einstein, ayer como quien dice, manifestaba que era curvado, y hoy se nos dice que es plano.


En fin, de lo que se trata es de una imposición: Ciencia sobre Religión, o razón científica sobre razón religiosa, olvidándose en muchas ocasiones de dónde vienen los fundamentos de los Derechos Humanos y de la dignidad de las personas. Con aprobar leyes, estatutos, reglamentos, etc., algunos creen que está todo resuelto. Nada más falso: cuando las bases morales de la democracia se conculcan a todas horas y en todo momento, y se reduce todo a crear los “suficientes mecanismos” para resolver todo tipo de conflictos, y se olvidan derechos fundamentales como puedan ser el derecho a la vida, el caos y la deriva están a la vuelta de la esquina.


Además, y para terminar, hay Leyes que no pueden ni deben ser discutidas en ningún tipo de parlamento por el procedimiento del voto. Nos estamos refiriendo a la eutanasia y al aborto. Pero, claro, tal como está montado el tinglado en nuestra Patria, bueno en la de algunos, siempre habrá escapatorias legales para hacer lo que diga el “pueblo soberano” . . . porque, ya se sabe, un "un feto humano es un ser vivo, no un ser humano” .





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