Según el Diccionario de los “inmortales” de la RAE,
politiquear es “Tratar de política con superficialidad y ligereza”, y “Hacer
política de intrigas y bajezas”. Dicho esto, y viendo lo que está
sucediendo en esta destartalada España desde hace varios años, hablar de
política es perder el tiempo, ya que dicha política está conducida por politiqueros
de tres al cuarto.
Como ya saben, aunque los de la internacional de la
mentira, del odio y del terror no lo digan y lo nieguen, el asunto político
circula alrededor de dos extremos: sistema y oposición. Sobre esto se habla, se
comenta y se escribe en todos los “mass-media”, la necesidad de llegar a
acuerdos y pactos entre los que tienen el “sistema”, es decir, el poder en la
mano, y la oposición. Para llegar a esto se designan “interlocutores válidos” .
. . pero, ¿quién los escoge? Pues los mismos politiqueros, ya que dichos
“interlocutores válidos” tiene que seguir al manual del agit-prop y lo que
figura en el panel ideológico, amén de que la “kurtura” les importa un bledo,
dos cominos y tres dídimos. Lo que sí les importa son las cortinas de humo y
cuentos de hadas.
Si lo que se pretende es el mejorar las condiciones
políticas, sociales y económicas del “pueblo soberano”, tanto los que tienen la
sartén por el mango, como los de la oposición, tienen dejarse de argucias,
apariencias, falsedades, falacias, embustes, subterfugios, escapatorias,
alegatos, etc, etc, y mirarse a la cara, dejando de ser líderes, amén de
respetar a los demás, sea cual fuere su ideal político.
También estos politiqueros tienen que dejar de un lado
sus gestos, sus señas, sus frases despectivas, sus tics, etc. En vez de
vapulear, censurar, atacar, embestir y arremeter contra ciertas nuevas
corrientes políticas, y contra otras, lo que tenían que hacer es hacer gala del
talante democrático del que tanto hablan ya que, entre otras cosas, el respeto
a la libertad es ineludible y fundamental. Y si esto no se hace se caerá en
consorcios y monopolios políticos, con sus correspondientes arbitrariedades,
engaños, fraudes, afanes de revancha y represalias.
Nos llama la atención lo de las “reformas fiscales”
tan traídas y llevadas, que tal parece que son un montaje para despistar y
desviar la atención de otras cosas. Obviamente esta desguazada España sí que
necesita una verdadera reforma fiscal, vistos los resultados de otras reformas
anteriores, pero mientras esté en la poltrona el “complexo sanchista”, nada se
puede esperar.
También es de llamar la atención lo de la
“Administración Pública”, llena de defectos al más puro estilo de reinos
taifas, dividida en departamentos y sectores herméticos e impermeables, que
funcionan solamente por intereses políticos, no habiendo en muchos casos ni la
más mínima transparencia y claridad en los asuntos que maneja.
En fin, mientras todo esto no se cambie, dichos
políticos se convierten en politiqueros, como está sucediendo, dejando de ser
verdaderos gobernantes y servidores públicos, impidiendo la convivencia
armoniosa del “pueblo soberano”, diciendo cosas con el objeto de acrecentar y
aumentar el desorden, el desconcierto, el enredo, la confusión, y haciendo
cosas también que no debieran hacerse, amén de excluir otras que son el clamor
de muchos millones de españoles.
Continuará.
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