Parece que el “pueblo soberano” se está dando cuenta
de que unos pocos están complicando, liando, confundiendo, etc, la vida de
todos, ya que la convivencia, el acuerdo, la armonía, la concordia, la tolerancia,
el entendimiento, etc, etc, tal parece que han desaparecido del mapa. Y decimos
que se ha dado cuenta ante los resultados de las recientes elecciones en
Castilla-León, Madrid y Andalucía, y en las de ayer de Europa.
Uno de los muchos aspectos negativos de los de la
internacional de la mentira, del odio y del terror, es la eliminación de la
dignidad de las personas, por mucho que digan lo contrario. Dicha dignidad nada
quiere saber de discursos, de arengas, de peroratas, de carteles, de anuncios,
de manifestaciones, de promesas, etc, etc, sino de realidades, circunstancias y
contextos de la vida.
Para que se llegue a esa dignidad, hay que hacer un
par de cosas: nitidez, transparencia, desinterés y claridad en todo lo
concerniente a lo público, llevado a cabo por personas convenientes, adecuadas,
competentes, capaces y responsables. Y
la otra, dejarse de cortinas de humo y cantos de sirena para resolver los
problemas reales, dejando de un lado las ideologías y los grupitos de ciertas “formaciones”
que pintan menos que la blanca doble.
Si estas cosas, y otras, no se hacen, se llega a los
grandes problemas que tenemos en estos momentos:
a).- Inflación drástica, que no se sabe cómo
terminará.
b).- Desempleo progresivo e inquietante.
c).- Desorden sindical nunca visto.
d).- Déficit presupuestario gigantesco y galopante.
e).- Opresión tecnológica pesada, tediosa y terrible.
f).- Centralismo administrativo inútil, agarrotado, ineficaz
y costoso.
g).- Unos privilegios, momios, canonjías, prebendas,
sinecuras y enchufes vejatorios y enojosos.
Podríamos enumerar más cosas, pero haríamos el asunto
un poco pesado. El caso es que ahí tenemos este desgobierno con una insolvencia
e incapacidad declaradas, para resolver todo este tinglado y alguno más.
Continuará.
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