Como ya saben sobradamente, Ortega y Gasset, Gregorio
Marañón Moya y otros muchos, eran verdaderos republicanos. Lean unas palabras
del primero parecidas en el diario madrileño
“El Sol” con fecha 8 de noviembre de 1931, cuando sólo se llevaban siete
meses de república:
“Yo
he venido a la República, como otros muchos, movido por la entusiasta esperanza
de que, por fin, al cabo de centurias se iba a permitir a nuestro pueblo, a la
espontaneidad nacional, corregir su propia fortuna, regularse a sí mismo, como
hace todo organismo sano . . .
La
República nueva necesita un nuevo partido de dimensión enorme, de rigurosa
disciplina, que sea capaz de imponerse, de defenderse frente a todo partido
partidista. Por eso me da pena ver cómo en este mismo Parlamento actual pierden
la mayor parte de su energía viviendo en grupos dislocados, cuando no en
singularidad solitaria, atractiva y grácil, sin duda, pero inoperante”.
No se puede decir tanto en tan pocas palabras.
Dos meses antes de estas palabras de Ortega, Manuel
Azaña, que siempre echaba la culpa a los “otros” de todo lo que pasaba, además
de insultarlos, pronunciaba estas palabras ante la asamblea de Acción
Republicana del 14 de setiembre de ese mismo año 1931:
“Ya
ha pasado el entusiasmo de los ingenuos que sólo esperaban en la virtud
milagrosa de la revolución instantánea. Yo me alegro mucho de que haya
desaparecido el entusiasmo, pues no sirve para administrar, ni para gobernar,
ni para reformar el país; el entusiasmo ofusca el entendimiento, paraliza la
acción y extravía a las gentes . . .Ya no volveremos más al estado de risueña
esperanza anterior al 14 de abril . . .Ha llegado la hora del esfuerzo y del
crujir de dientes . . . Y esta carga que ha caído sobre los ciudadanos
españoles ha producido un desaliento, una intranquilidad, una desconfianza en
el mañana y un malestar, que trae su origen precisamente en la facilidad con
que se nos vino a las manos el régimen republicano”.
Estos comentarios de Ortega
y Azaña, tal parece que se están refiriendo a estos momentos del desgobierno de
Su Sanchidad, aunque, claro, oiga, aquellos tiempos republicanos son un “vínculo luminoso”, según dijo en su día el doctor Sancheznstein ¿Se
acuerdan?
Continuará.
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