martes, 11 de junio de 2024

Politiqueros, no políticos ( V )


 

España está inmersa en una terrible confusión política. La persona española normalmente constituida, trata de encaminarse correctamente, pero sin logarlo, ya que el momento presente es una algarabía, una jerigonza y un desorden. Del futuro ¡para qué vamos a hablar! Las perspectivas y esperanzas no son buenas . . . aunque para algunas, algunas y “algunes”, en el 2030 o en el 2050 todo estará solucionado, oiga.

Observando el incomprensible horizonte actual, se pueden ver algunos hechos realmente singulares. Podemos empezar diciendo que la inmensa mayoría de personas españolas queremos que haya un respeto mutuo en varios aspectos, como por ejemplo en el trabajo y en los quehaceres de todo tipo, ya sean materiales o espirituales. También queremos la verdadera libertad, la verdadera justicia, el verdadero orden, la verdadera seguridad, es decir, la verdadera dignificación de la persona.

Frente a todo esto, y en auténtica oposición, divergencia y contraste, nos encontramos en una situación que está muy lejos de la que deseamos. Cada día brotan nuevas dificultades y problemas, amén de empeorar los que ya existen, no vislumbrándose posibilidades y remedios para solucionarlos.

Este desgobierno que tenemos es impotente para lograr la solución de los grandes problemas económicos actuales. Las ruinas, trastornos, catástrofes, descalabros, etc, etc, están a la orden del día. De austeridad y cambio de objetivos políticos, caca de la vaca flaca, aunque alguno de estos “objetivos” se cumple: el que los españoles estemos divididos políticamente en derechas e izquierdas, oiga. Para esto están los planteamientos decimonónicos que impiden la reconciliación.

Por otra parte, está el afán de protagonismo de algunos, algunas y “algunes” que dicen que representan a “grupos” que, entre otras cosas, exponen y exhiben unos programas que dicen que tienen como objetivo solucionar los enormes problemas que padecemos, cuando en realidad los incrementan. El populismo, la monserga, la demagogia y la logomaquia de sus proclamas y teorías, nada tienen que ver con la realidad.

En fin, mientras esta gente del desgobierno no se desprenda de sentimentalismos, de camelos, de aprovechamientos circunstanciales, de ligaduras históricas trasnochadas, no habrá nada que hacer.

 Continuará.



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