España está inmersa en una terrible
confusión política. La persona española normalmente constituida, trata de
encaminarse correctamente, pero sin logarlo, ya que el momento presente es una
algarabía, una jerigonza y un desorden. Del futuro ¡para qué vamos a hablar!
Las perspectivas y esperanzas no son buenas . . . aunque para algunas, algunas
y “algunes”, en el 2030 o en el 2050 todo estará solucionado, oiga.
Observando el incomprensible horizonte actual,
se pueden ver algunos hechos realmente singulares. Podemos empezar diciendo que
la inmensa mayoría de personas españolas queremos que haya un respeto mutuo en
varios aspectos, como por ejemplo en el trabajo y en los quehaceres de todo
tipo, ya sean materiales o espirituales. También queremos la verdadera
libertad, la verdadera justicia, el verdadero orden, la verdadera seguridad, es
decir, la verdadera dignificación de la persona.
Frente a todo esto, y en auténtica
oposición, divergencia y contraste, nos encontramos en una situación que está
muy lejos de la que deseamos. Cada día brotan nuevas dificultades y problemas,
amén de empeorar los que ya existen, no vislumbrándose posibilidades y remedios
para solucionarlos.
Este desgobierno que tenemos es impotente
para lograr la solución de los grandes problemas económicos actuales. Las
ruinas, trastornos, catástrofes, descalabros, etc, etc, están a la orden del
día. De austeridad y cambio de objetivos políticos, caca de la vaca flaca,
aunque alguno de estos “objetivos” se cumple: el que los españoles estemos
divididos políticamente en derechas e izquierdas, oiga. Para esto están los
planteamientos decimonónicos que impiden la reconciliación.
Por otra parte, está el afán de
protagonismo de algunos, algunas y “algunes” que dicen que representan a
“grupos” que, entre otras cosas, exponen y exhiben unos programas que dicen que
tienen como objetivo solucionar los enormes problemas que padecemos, cuando en
realidad los incrementan. El populismo, la monserga, la demagogia y la
logomaquia de sus proclamas y teorías, nada tienen que ver con la realidad.
En fin, mientras esta gente del
desgobierno no se desprenda de sentimentalismos, de camelos, de
aprovechamientos circunstanciales, de ligaduras históricas trasnochadas, no
habrá nada que hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario