Los estados totalitarios no consideran a las personas
como tales, no reconociendo sus aspectos individuales, tales como derechos
personales, libertad, propiedad, libre asociación e iniciativas, así como tampoco
consideran como válida la competencia.
Todas estas actividades son las que producen riqueza,
desarrollo, bienestar social y demás. Lo que les priva es la conquista del
poder a cualquier precio. El resolver los problemas más acuciantes, les importa
un bledo, dos cominos y tres dídimos.
Todo aquel que se oponga a los intereses de estos
sistemas totalitarios, es automáticamente descalificado con los insultos que
todos sabemos.
No están permitidas las discusiones. Lo que les
importa es la ideología. Tampoco se permiten argumentos, alternativas,
razonamientos, ni ejemplos que demuestren lo nefasto de estos sistemas. Para
esto emplean todo tipo de demagogias y logomaquias. Para eso está el panel
ideológico con sus instrucciones, consignas, altoparlantes por las calles,
sologans, etc, etec. Con alabar y llamar
genios a los monstruosos Lenin y Che Guevara, ya tienen bastante.
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