Comentábamos en el
artículo anterior, que en éste veríamos algo sobre Darwin, la “racionalidad
científica”, y lo que engendraron, fecundaron y propagaron tanto el ateísmo
como el materialismo.
Como es sabido, hay
personas que atacan a Darwin, y otras que defienden a Marx. Lo “didimoso” del
asunto es que la mayoría no han leído ni comprendido las teorías de ambas
personas. El asunto es hablar como guacamayos, cotorras y loros, cayendo en el
sofisma “ad verecundiam”: lo dijo Blas, punto redondo.
Sobre la hipótesis de la evolución
humana, se escribieron, y seguro que se escribirán varios libros. Lo del Diseño
Inteligente de las personas por Dios, o por un Ser Supremo, fastidia e incomoda
a muchos “científicos” y educadores, aunque éstos no hayan comprobado ni
aportado la más mínima prueba sobre el evolucionismo.
El marxismo silencia y omite que Charles Darwin nunca
excluyó ni descartó la existencia del un Arquitecto, o Primer Artífice. En su archiconocida
obra “El origen de las especies”, nos
dice que "existe grandeza en esta
concepción de que la vida, con sus distintas facultades, fue originalmente
alentada por el Creador en una o varias formas, y que, mientras este planeta ha
ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se
están desarrollando, a partir de un comienzo tan simple, infinidad de formas
cada vez más hermosas e impresionantes". Lo que ocurrió, y ocurre
actualmente, es que las teorías materialistas, comenzando por el propio Carlos
Marx, sí se apropiaron de la teoría evolucionista darwiniana para la defensa de
su doctrina, pero, claro, la alusión de Darwin a un Primer Artífice, o Creador,
se omite y se silencia intencionadamente para salvar la teoría marxista.
A pesar de todo lo expuesto, aún hoy la
teoría del evolucionismo tiene mucha reputación y resonancia. El origen de esto
probablemente esté en Carlos
Marx, en su intentona de dar una explicación antirreligiosa y materialista de
la creación del Cosmos, ya que creyó que la teoría de Darwin era la tabla de
salvación. No olvidemos que el Judío Marx, quiso dedicar la segunda edición de
"El capital" a Darwin: "A Charles Darwin de un auténtico
amigo suyo". Otras personas lo traducen por "de un
ferviente admirador a Charles Darwin".
El libro intitulado “Más allá de Darwin. Crítica al
evolucionismo”, autores
Giuseppe Sermonti y Roberto Fondi, Ediciones UNSTA, Argentina, 1984, 290
páginas incluido Índice, ya comentado en este blog con fechas 4, 5 y 6 de enero
de 2019, está escrito por genetista y un paleontólogo, respectivamente, que
llegan a la conclusión de que “la evolución biológica no es otra cosa que un
mito”, frase que figura en la contraportada del libro.
Como ya hemos comentado
varias veces, la teoría darwiniana, que algunos consideran como un dogma, sobre
todo los marxistas, está de capa caída porque está siendo desmontada y
desacreditada por la misma ciencia, aunque esto no es óbice, ni valladar ni
cortapisa para que los “evolucionistas”, que se consideran a sí mismos como
“científicos”, sigan de forma cerril y fanática el manual ideológico,
apartándose de todo razonamiento y empirismo.
Estos “evolucionistas”
ignoran que Darwin a su vez ignoraba la existencia del ADN, misteriosa base de
la vida, ignorando también, obviamente, la existencia de los genes, con lo que
su teoría automáticamente se derrumba.
En la próxima entrega veremos algo sobre “racionalidad
científica”, y lo que engendraron, fecundaron y propagaron tanto el ateísmo
como el materialismo. No lo hicimos en este artículo, como habíamos prometido,
porque el asunto de Darwin se nos hizo un poco largo.
Continuará.
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