Así se intitula el libro de Javier Somalo y Mario Noya, Editorial Ciudadela Libros, S.L., Madrid 2008, 238 páginas con “Índice onomástico” incluido, estando prologado por Javier Rubio con el título “Prólogo testimonial”, páginas 9 a 18, y epilogado por César Vidal con el título “Por qué la izquierda está muerta o siete razones para abandonarla”, páginas 225 a 232.
El libro, sencillamente magistral, deberían de leerlo
los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, pero, claro,
oiga, esto es como pedir peras, no al olmo, sino a la mismísima secuoya o al
mismísimo sicómoro, o sicomoro.
El libro consta de 10 entrevistas a grandes figuras
mediáticas que relacionamos a continuación:
1 Federico Jiménez Losantos,
páginas 19 a 52.
2 Amando de Miguel,
páginas 53 a 72.
3 Pío Moa,
páginas 73 a 104.
4 Carlos Semprún Maura,
páginas 105 a 118.
5 Horacio Vázquez-Rial,
páginas 119 a 146.
6 Juan Carlos Girauta,
páginas 147 a 170.
7 José María Marco,
páginas 171 a 178.
8 Cristina Losada,
páginas 179 a 196.
9 José García Domínguez,
páginas 198 a 212.
10 Pedro de Tena,
páginas 213 a 224.
Estas personas comentan su cambio ideológico, desvelando
grandes detalles, relatos, biografías, etc. La verdad es que a estas mentadas personas
se les debería rendir un gran homenaje, ya que en su juventud fueron ardientes
y apasionados defensores y militantes no de izquierdas, sino de extrema
izquierda.
Sobre Nicaragua, que ahora vuelve a estar en el “candelabro”,
como diría un votante sociata, nos cuenta César en el “Epílogo”:
“Por supuesto, me entusiasmé, como tantos –
tantísimos – otros con la revolución de Nicaragua. A mi juicio, aquella era una
clara manifestación de que todavía las revoluciones resultaban posibles, de que
un pequeño David revolucionario podría enfrentarse con el terrible Goliat yanqui
y de que era viable un sistema socialista con pluralidad de partidos y sin
depender de la URSS o de China. Mi entusiasmo por la experiencia sandinista
duró justo hasta que visité Nicaragua. Porque o que descubrí en el país
centroamericano fue una dictadura no por sutil menos repugnante que la
soviética. Los sandinistas oprimían al pueblo de la misma manera cruel y
despiadada que mis odiados esbirros de la NKVD y KGB. Habían creado un sistema
en el que la Nomenklatura – como siempre – disfrutaba de lo mejor mientras el
pueblo pasaba hambre, eso sí, atiborrado a todas horas de una propaganda
estúpida que les convencía de que sus miserias no se debían a las pésimas
consecuencias del socialismo sino a la acción del imperialismo”.
La ruptura definitiva con la izquierda tuvo lugar en
la época de Felipe González aquí en España. A tal efecto, nos cuenta en la
página 227 de dicho “Epílogo”:
“Aquí debo agradecer a Felipe González y
sus años de gobierno socialista que me permitieron ver la luz. El legado de
aquella izquierda fue la corrupción más espectacular de la historia de España,
una gestión económica deplorable vinculada a millones de parados, un intento
encarnizado de domesticar las libertades lo mismo vulnerando la independencia
del poder judicial que acosando a los medios de comunicación independientes y
un desprecio absoluto por la legalidad que tuvo, entre otras consecuencias, la
articulación del terrorismo de Estado de los GAL”.
En fin, magnífico y extraordinario libro que
recomendamos leer.
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