Desde hace varias décadas, en España, y en muchas partes del mundo, el poder político no solamente tiene la sartén por el mango, sino que tiene en su poder toda la batería, convirtiéndose en el gran embaucador y manejador del “pueblo soberano” al manipular y maniobrar todo lo habido y por haber, principalmente los “mass-media”, quedando la gente hechizada, extasiada, embobada, adormecida, etc, por mucho que nos hablen de libertad, que en el fondo es libertinaje. La verdadera libertad es la que consiente y autoriza a las personas a congregarse y juntarse en comunidades, en grupos, o en lo que sea, dentro de una nación, lo que hace posible el realizar y hacer manifestaciones del tipo que sean, con el objetivo de dar las réplicas convenientes y correctas para conseguir los deseos, esperanzas, intereses de la sociedad ya que, entre otras cosas, el respeto a la libertad supone el respeto a las ideas y opiniones diferentes y distintas.
Pero, claro, oiga, estos políticos se convierten en
casta ya que, una vez “empoltronados”, la vida es un acontecer plácido,
sosegado, tranquilo, con muchas prebendas, sinecuras y momios, convirtiendo los
cargos públicos y políticos en cargas por mor de una hipócrita y ciega
obediencia al panel ideológico, preñado de dogmatismos y rigideces decimonónicos
caducos, extemporáneos, trasnochados y anacrónicos. La dignidad, la vergüenza,
la seriedad, la honestidad, la honradez, etc, brillan por su ausencia. Para eso
están los banquetes, “las barrigadas”, las “reuniones”, “comités de expertos” y
demás.
Dicha casta no acaba de percatarse (a lo mejor se
“perordeña”, oiga) de que su cometido y labor es la de servir a la sociedad.
Pero para evitar esto engaña al “pueblo soberano” con un cargante y empalagoso
léxico y vocabulario que intenta ser renovador, reparador, revolucionario y
“modelno”. Así, por ejemplo, se habla de asistencia, de colaboración, de
participación, de “capacidad de convocatoria”, de sesiones, de los mencionados
y manidos “comités de expertos”, etc.
En fin, con esto que hemos visto someramente, y con
otras cosas que veremos en otras entregas, lo que priva son los intereses y
réditos de grupo, y de grupos, todo ello auspiciado, patrocinado, respaldado,
dirigido, etc, por mentes radicales, drásticas y extremistas, lo que impedirá
la “unidad y el patriotismo” (el doctor Sancheznstein dixit), amén del
diálogo.
Y terminamos con una frase de Pitágoras: “Debes
hacer grandes cosas, no prometerlas”. El que quiera entender, que entienda.
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