viernes, 1 de abril de 2022

Personajes históricos. Hernán Cortés ( I X )


 Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos las reacciones de Moctezuma y de Cortés, cuando éste visitó el templo de los dioses aztecas, quedando asustado de lo que allí vio.

Una vez solicitado el permiso para visitar el enorme templo de la capital, y ya dentro de él, Cortés contempló con gran asombro la gran monstruosidad que allí se hacía: sacrificios humanos a los dioses. Como consecuencia de esto, los altares en donde se realizaban estos sacrificios, tenían sus piedras totalmente ennegrecidas por la sangre seca de las víctimas, a la vez que se percibían unos olores fétidos por las mismas razones. Cortés, ante tal espectáculo, le dijo a Moctezuma que le permitiese limpiar al templo, y una vez hecha esta tarea, le dijo que iba a levantar un templo cristiano, manifestando al emperador que sus dioses eran unos demonios. Ni qué decir tiene que esto provocó la cólera y la ira de Moctezuma, el cual le dijo a Hernán que de haber sabido que los españoles venían a insultar a sus dioses y a su religión, no les hubiese dejado llegar hasta allí. Cortés se arrepintió de haber dicho esto porque, además de en Moctezuma, la cólera y la ira también aparecieron en los sacerdotes del templo.

El ambiente estaba tenso. En esta situación llegó a oídos de Hernán que él y sus hombres estaban en peligro y que alguien les traicionaría. Inmediatamente convocó a sus oficiales exponiéndoles el asunto. Había que actuar con astucia, como siempre.

La estrategia, un tanto temeraria, fue la siguiente: acordaron secuestrar a Moctezuma y mantenerlo como rehén. El asunto era muy difícil, ya que el emperador disponía de miles y miles de hombres armados que obedecían ciegamente sus órdenes. A pesar de esto, y dada la complicada y desesperada situación, no desistieron de la captura.

Con el mayor secreto, varios soldados de Cortés se instalaron en sitios estratégicos de la ciudad, siendo protegidos por la artillería. Una vez logrado esto, Cortés, acompañado de su escolta debidamente armada, se propuso visitar a Moctezuma en son de paz. Mantuvieron una conversación, en la que el Conquistador acusó al emperador de haber asesinado a unos españoles en la colonia de Villa Rica, cosa que negó Moctezuma. Cínicamente le contestó que los que habían asesinado a los españoles serían castigados con severidad. Obviamente, Cortés no quedó satisfecho con esta proposición.

Una vez dicho todo esto, el español le dijo a Moctezuma que podría ir a vivir unos días con ellos, no en calidad de prisionero, sino como huésped. Como es lógico, el emperador no se dejó embaucar. Le dijo a Cortés que, aunque aceptase la invitación, su pueblo no se lo permitiría.

Como la cosa no resultaba como estaba prevista, uno de los españoles perdió los estribos,  gritando, que ya bastaba de conversaciones superfluas. Lo que había que hacer era apoderarse de Moctezuma, y si ponía resistencia, sería atravesado por las espadas.

El emperador no entendió estas palabras, pero por los gestos y por los gritos adivinó de qué se trataban. Marina, una mexicana partidaria de Cortés y que se hallaba presente, convenció a Moctezuma para que se fuese con los españoles, pues no le iban a hacer nada e iba a ser un auténtico huésped. Ya fuera de su palacio, y con lágrimas en los ojos, vio el asombro y el estupor de su pueblo, al que manifestaba que no se preocupase porque sería bien recibido.

Ya en el cuartel de los españoles, fue bien tratado. Desde allí atendía y despachaba los asuntos de su pueblo, pero esto no fue óbice, ni valladar ni cortapisa para que Cortés, que en realidad lo tenía prisionero, le notificase que era vasallo del rey de España, y que por tanto tenía que pagar el tributo correspondiente. Y así se hizo

En la próxima entrega veremos los tesoros recogidos para pagar dicho tributo, y cómo se repartieron.

Continuará.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog