Como decíamos en la anterior entrega, en ésta última dedicada a Hernán Cortés, veremos la reconstrucción de la ciudad después de los terribles combates entre los españoles y los aztecas. La reconstrucción fue tal, que hubo quien declaró que en Europa no había una ciudad tan bella como la capital de la Nueva España.
Una vez que Cortés terminó su obra como conquistador, se dedicó a administrar el gobierno, consiguiendo par México la prosperidad y el orden.
Al rey de España le enviaba todo tipo de objetos y cosas, y a sus colaboradores les proporcionó ricas tierras. Pero los enemigos seguían ahí, incluso en España. Tanto es así, que se urdieron muchas intrigas en contra suya, llegando a pensar Carlos I que lo que perseguía Cortés era hace de México un reino independiente.
A pesar de esto, cuando regresó a España después de 24 años, fue recibido con gran homenaje y como un auténtico héroe nacional, similar al que recibió Colón en su día.
Cortés permaneció en España 7 años, hasta 1547. Durante todo este tiempo estuvo esperando algún agradecimiento por parte de la Corona, agradecimiento que no apareció por ninguna parte. Entonces decidió regresar a su casa mexicana, cosa que no logró porque cuando se dirigía al puerto para embarcar, le sorprendió la muerte.
Si en su vida no tuvo casi reposo, en su muerte tampoco. Primero fue sepultado en Sevilla, y posteriormente sus restos fueron llevados a Tezcuco (México) y enterrado en el monasterio de San Francisco. Unos años más tarde, concretamente en 1629, fueron de nuevo exhumados para llevarlos a la ciudad de México. Casi doscientos años después, en 1823, cuando la revolución mejicana, sus restos corrieron el peligro de ser descubiertos por los que se habían levantado contra la dominación española. Para prevenir el más que probable ultraje de sus restos, fueron llevados en secreto a un sitio oculto que, hasta la fecha, nadie ha descubierto, aunque recientes investigaciones los sitúan en la Iglesia de Jesús de México, en donde, al parecer, hay una placa con la siguiente inscripción: “Hernán Cortés 1485 – 1547”.
Curiosamente, en ningún lugar de México existen estatuas o monumentos dedicados a su memoria. Nos gustaría saber cómo serían hoy Méjico, Cuba, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Venezuela, etc., de no haber llegado allí Cristóbal Colón y Hernántes Cortés, entre otros.
En próximas entregas seguiremos viendo algunos personajes históricos.
Continuará.
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