Probablemente este señor sea una de las
personas menos conocidas del mundo de la ciencia, a pesar de haber sido Premio
Nobel de Física en 1912.
Los capitanes de barcos, así como los
pilotos de aviación que vuelen de noche, tienen que estar eternamente
agradecidos a un hombre: Gustaf Dalén, del que a lo mejor nunca han oído
hablar.
Dalén era un campesino sueco apasionado
por la mecánica. Sus inventos tenían por objeto salvar vidas humanas. Inventó
la válvula solar, que es un mecanismo por el cual se enciende de forma
automática la luz de un faro al llegar la noche, y se apaga, también
automáticamente, cuando sale el sol. Cuando este invento llegó a oídos del gran
Thoms Alba Edison, dijo que tal invento no iba a dar resultado. Asimismo, la
oficina alemana de patentes dijo en tono suficiente y despreciativo, que
aquello era imposible.
Lo cierto es que el invento de Dalén ha
hecho que en prácticamente todos los puertos y aeródromos del mundo, se vean
encendidos los faros automáticos, evitando muchos accidentes.
Desafortunadamente, Dalén no vio en todo
su esplendor sus faros, pues en uno de sus experimentos hubo una explosión
dejándole sin vista. Aunque ciego, y durante veinticinco años, siguió tenaz y
valerosamente con sus trabajos experimentales.
Nació en Suecia en 1869, y murió también
allí el 9 de diciembre de 1937.
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