sábado, 12 de diciembre de 2020

La escuela comunista ( V )




Los predecesores de Carlos Marx

Como decíamos en el anterior capítulo, éste lo dedicaremos a Guillermo Weitling, a quien se le puede considerar como el verdadero precursor de Carlos Marx. Hay que tener en cuenta que estos predecesores, y otros, personas casi todas ellas de grandes ideas, han quedado relegadas a segundo término, algunos de ellas totalmente ensombrecidas, por la propaganda inmensa que se hizo, y se hace, del judío Carlos Marx, hombre pedante y muy pagado de sí mismo (él se consideraba un “científico”, y sus rivales, claro, no lo eran), propaganda a la que él no fue ajeno. Diremos que también Marx era de una ambición casi sin límites, que encontró un dique de contención en Bakunin que, como ya es sabido, hizo prácticamente trizas la I Internacional. Pero eso es otra historia.

Por estas circunstancias, y también por otras, la figura de Guillermo Weitling (1808-1871) no tuvo la relevancia que se merecía. Fue brutal y agresivamente atacado por Marx. Éste no podía soportar que fuera el verdadero representante del socialismo alemán, como tampoco soportaba el desinterés y la honradez con las que defendió y profesó sus ideas.

 En las primeras décadas del siglo XIX, los socialistas alemanes eran perseguidos en su patria, por lo que huyeron a París, en donde se desarrollaron los “proyectos” para conseguir la “liberación” y la unidad de Alemania. Estos dos objetivos se perseguían empleando unos medios un tanto confusos, que no estaban de acuerdo con la rama revolucionaria, que era como la columna vertebral de aquellos exiliados. Así, éstos se dividieron en lo que se llamaron la Liga de los Proscritos y La liga de los Justos.

 El director y cabeza visible de esta última fue precisamente Guillermo Weitling. Formó una directiva compuesta por E. Bauer, J. Moll, A. Hermann Everbeck, G. Mauer y alguno más, todos ellos precursores y predecesores de Marx.

 Diez años antes de que apareciese el Manifiesto comunista, Weitling escribió un libro intitulado La Humanidad como es y como debiera ser. Esta es una obra al más puro estilo de una parábola que llevaba el lema de una frase bíblica, nada más y nada menos:

 “Y cuando Jesús vio al pueblo, tuvo piedad de él, y dijo a sus discípulos: la cosecha es abundante, pero son pocos los segadores”. Para Weitiling la cosecha es la Humanidad y el fruto es la comunidad de bienes. Utopismo y más utopismo inspirado en Owen, Fourier y otros tan utópicos o más que él. Así, la organización comunal que predicaba la constituían familias y grupos de familias, unidas única y exclusivamente por razones de trabajo, trabajo que estaba hacia la agricultura y a la industria, siendo dirigidas estas ramas por Consejos Electos.

 Poco tiempo después, en 1.842, escribe Las garantías de la armonía y de la libertad, donde expone sus pensamientos y teorías, además de una cosa curiosísima: apela a la ayuda de los reyes y personas poderosas para redimir a la Humanidad. Ni qué decir tiene que estas personas no le hicieron caso. Y es en este momento y por esta circunstancia, cuando Weitling se hace visceralmente revolucionario, dedicándose principalmente a fanatizar a las masas.

 Viajó a París, huyó a Suiza, anduvo por Bruselas y, tras haber participado en la revolución parisina de 1.848, se traslada a Londres en 1.850 y allí se ve con Carlos Marx, Federico Engels y algunos más. Se estaba gestando el marxismo.

 Creó la Liga de la Liberación, que era un organismo encargado de llevar a cabo las ideas expuestas en sus obras, como la “alianza democrático-comunista de las familias”. También se habla de una Administración Central, no de un Gobierno, que es la encargada del intercambio de los productos, la que fija tareas y salarios, duración de la jornada laboral, etc. Al margen de esto, y como lema revolucionario importante, se pide la supresión de los tribunales y de la policía y se pide armar al proletariado.

 Weitling murió en Nueva York, en donde vivió veinte años. Sin comentarios.

 Fue el gran inspirador de Marx, quien supo aprovechar sus conocimientos y sus teorías que Weitling no tuvo tiempo a exponer por lo ajetreado de su vida y por una serie de acontecimientos que la marcaron.

 Esto es en síntesis, lo que se puede decir de los precursores de Carlos Marx. En los próximos capítulos entraremos de lleno en la vida de este judío prepotente, soberbio y pedante que, con su doctrina, ha llevado a buena parte de la Humanidad a la miseria, al hambre, a la guerra y al desastre.

 Continuará.




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