viernes, 11 de diciembre de 2020

La escuela comunista ( I V )


 

Los predecesores de Carlos Marx

Como decíamos en el anterior capítulo, Carlos Marx ha sido usurpador de varias teorías que habían sido expuestas mucho antes que él expusiese la suya, como las de Pedro José Proudhon y Guillermo Weitling. El primero, que también copió lo suyo, se atribuye la frase de que “la propiedad es un robo”. Esta frase ya la había dicho B. de Warville en 1.780, 60 años antes de que apareciese en su obra “¿Qué es la propiedad?”, publicada en 1.840. En lo que Proudhon fue original es en el asunto de la doctrina colectivista, contradictoria en muchos aspectos. También fue un teórico comunista en un principio, pero a los 37 años se desató furibundamente contra el sistema. Tenía un carácter extremadamente revolucionario. Se consideraba en este terreno un autodidacta, aunque su conducta y normas de vida estaban plagadas de errores y prejuicios.

 Era enemigo acérrimo de cualquier tipo de religión, especialmente la cristiana. Su obra “Oración a Lucifer”, llena de errores e impiedades, así lo demuestra. También era masón y fue “galardonado” con el título de Santón, título que se le concedió por la secta en pleno.

 Sobre la frase antes comentada, copiada de Brissot de Warville, textualmente dijo:

 “La definición de la propiedad es mía, y toda mi ambición es probar que he comprendido su significado y extensión ¡La propiedad es un robo! No se dicen en mil años palabras como éstas. No poseo en la tierra otro bien que esta definición de la propiedad, pero la aprecio más que los millones de Rotschild, y me atrevo a consignar que será el acontecimiento más considerable del reinado de  Luis Felipe”.

 Nos dice también, gratuitamente, que la sociedad se asiente en estos tres principios:

 “Soberanía en la voluntad del hombre, interpretada como despotismo

.Desigualdad de clases y fortunas; y

Propiedad”.

 La “explicación” de estos principios, según él, es que el despotismo y la desigualdad son consecuencia de la propiedad y considera a ésta una injusticia. Y como quiera que la igualdad es justicia, al no existir aquélla, es cuando se produce una organización social totalmente arbitraria.

 En donde ya pierde completamente el norte, viéndose la vulnerabilidad de su doctrina y de sus razonamientos, es cuando afirma que “la justicia distributiva consiste en la igualdad”. Disparate mayúsculo, porque la justicia verdadera en cualquier aspecto del quehacer humano, consiste en dar a cada uno según sus méritos, obras, etc.

 A los propietarios los tildaba de “animal esencialmente libidinoso, sin virtud, sin vergüenza; buitre que se cierne con los ojos fijos sobre la presa, dispuesto a caer sobre ella y devorarla”. También lo califica de “león que, como el de la fábula, se aplica a sí mismo todas partes”. ( I )

 Con pedantería infumable, que nos recuerda a algún que otro intelectualillo marxista de medio pelo, afirma:

 “Concluí la obra que me propuse: la propiedad está vencida; no se levantará jamás. Por donde quiera que se lea o comunique este discurso, allí quedará depositado un germen de muerte para la propiedad”.

 Quizá la base de toda la ideología de este hombre sea la anarquista. En sus teorías comparadas, establece las dos fases comunes a toda idea ideología: la tesis y la antítesis, estando representada la primera por la propiedad y la segunda por la comunidad. Como es de suponer, la verdad estará en el tercer concepto, es decir, en la síntesis, que para Proudhon no es otra cosa que la libertad.

 Gran contradicción: si hay libertad, ésta conlleva la propiedad, concepto que tanto odiaba.

 Donde verdaderamente se ve su anarquismo es que abominaba de la república, de la democracia, de la aristocracia y ¡quién lo diría!, de los gobiernos mixtos. Le preguntaron entonces que qué era. Respondió “¡Yo soy anarquista!”. Veámoslo:

 “Anarquía, ausencia de señor, de soberano, tal es la forma de gobierno a que de día en día nos vamos aproximando”.

 Hombre de mente cerrada, encasillada y encasquillada, detesta la economía, la historia y, por supuesto, la religión:

 “Si la religión no pasa de ser algo así como un cuento de brujas para imaginaciones infantiles, cuando se relaciona con política o filosofía es despreciable”

 Como decíamos al principio, a los 37 años de edad se declaró como uno de los mayores enemigos del comunismo. Así lo corrobora en la obra “Sistema de las contradicciones económicas o filosóficas de la miseria”, que escribió en 1.846. Dice que el socialismo es una logomaquía:

 “Como hombre de realización y de progreso, aborrezco con todas mis fuerzas el socialismo, vacío de ideas, impotente, inmoral, propio, únicamente, para formar tontos y estafadores . . . En presencia de ese desvergonzado sensualismo, de esa literatura fangosa, de esa mendicidad sin freno, de ese embrutecimiento de espíritu y de corazón que empieza a apoderarse de una parte de los trabajadores, yo estoy puro de las infamias socialistas”.

 Estas concepciones de Proudhon, marcaron, por así decirlo, la divisoria de los dos sistemas socialistas: el francés, representado por éste, y el alemán por Carlos Marx. Éste, mintiendo como casi siempre, aseguró una y mil veces que su antagonista nunca le había enseñado nada. Falso. Fue Proudhon quien manifestó que al socialismo político le sucedería el “socialismo científico”, tarea a la que se dedicó el judío diciendo y pretendiendo que había sido él el que había marcado la pauta para la tal sucesión.

 Como nos hemos extendido un poco, dejaremos para el próximo capítulo al otro protagonista de los predecesores de Marx: Guillermo Weitling.

 ( I ).- ¿Estarán de acuerdo con esto Pablo Iglesias Turrión, Víctor Manuel San José, y demás pléyade de ricachones comunistas y socialistas?

 Continuará.



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