sábado, 5 de diciembre de 2020

Conflicto ciencia-religión. El opio y el odio


 

Decía el adorado Karl Marx que “Mi objetivo en la vida es el de destronar a Dios y al capitalismo”. Esto es lo que se está pretendiendo en estos momentos en España y en gran parte del mundo occidental. Los beneficiados de esta pretensión de vivir sin Dios y contra Dios serán los islamistas. De esto no hay duda.

Esto viene de lo que se llamó, y se llama, el conflicto entre ciencia y religión. El asunto es muy viejo. Parece que nos quieren meter “a macha martillo” que entre ambas existe incompatibilidad de caracteres. Nosotros, particularmente, opinamos que no existe tal incompatibilidad porque una cosa es encargarse y ocuparse de hechos, y otra cosa es hacer lo mismo sobre valores. Lo que sucede es que muchos “científicos”, como se autodenominan algunos pedantes marxistas infumables, no hacen más que buscar y rebuscar tensiones entre ambas, sin darse cuenta que no existe contradicción alguna entre ciencia y religión, por más que se empeñen en lo contrario.

 La ciencia nunca pudo, ni podrá, explicar muchas cosas sobre el Cosmos, por ejemplo. Decía un eminente científico no hace mucho, que sólo conocíamos el cinco por ciento del citado Cosmos, aunque esta afirmación no se entiende muy bien, ya que si se conoce un tanto por ciento de “algo”, es que se conoce ese “algo”.

 Nos dicen que las explicaciones científicas han sembrado muchas dudas en el ser humano sobre el tema de religión. Evidentemente, esto es una bobada porque las explicaciones científicas de hace cien años, hoy están totalmente desprestigiadas y obsoletas, con excepción de la Teoría de la Relatividad de Einstein, que era creyente, dato este que se omite.

 La ciencia “sabe”, mejor dicho, intuye, que hay cientos de miles de millones de estrellas en una galaxia y que, además, también hay cientos de miles de millones de galaxias ¿No es para abrumarse?

 Después vino Charles Darwin y se armó la marimorena. Sobre Darwin ya hemos escrito en este blog varios artículos, en los que “grosso modo” contamos cómo el propio Darwin era un hombre religioso que creía en Dios, y cómo esta circunstancia fue silenciada y omitida porque al judío Karl Marx le había gustado su teoría, y no se podía permitirse el publicar esto ya que, como decíamos antes, “el objetivo” no se podría cumplir. Tampoco se dice nada de que al final de su archiconocida obra "El origen de las especies", reconoce la existencia de un Gran Arquitecto.

 Otra cosa que siembran estos “científicos” es que dicen que las religiones se apoyan en líderes “infalibles”. Tales serían los casos del Papa católico, o del Imán islámico. Pero es que estos “científicos” también se apoyan dogmáticamente en Marx, Lenin, Stalin, Gramsci, Marighella, Mao o Fidel Castro mediante el sofisma “ad verecundiam”, que podría definirse en román paladino como “lo dijo Blas, punto redondo”. Además, estos científicos protestan por briznas y luego se tragan gruesos hilos “camellunos”, como por ejemplo “la religión es el opio del pueblo”, cuando realmente el marxismo sí que es el opio del pueblo, y también el odio.

 En fin, pretender destruir y combatir a Dios, como decía Karl Marx, y arrancar la fe de la Humanidad, va a ser prácticamente imposible. Y lo que es peor: hay que tener mucho cuidado con esos sucedáneos de la fe, que no han hecho más que llevar la Humanidad a hambrunas, genocidios y guerras.



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