miércoles, 16 de diciembre de 2020

La escuela comunista ( V I I I )


 

Carlos Marx ( y I I I )

 A nuestro entender el concepto de materialismo histórico marxista es un enorme fraude. Son muchas las razones que pueden oponerse a la farsa de este concepto. Si se niegan los fines idealistas e ideológicos a los hechos y acontecimientos históricos, ¿no han ejercido influencia en el acontecer humano el Cristianismo, el Islamismo (éste en la actualidad de forma pública y notoria), la Reforma, el Renacimiento, etc, etc? Lo que está clarísimo es que estos acontecimientos no tienen ningún vínculo materialista.

Todo esto a Marx no le importaba. Decía que el materialismo histórico no excluye la existencia del pensamiento y de la conciencia, y aceptaba que el ser humano tiene ideas que actúan con fines determinados y precisos, pero por el contrario, no cree (y por tanto no demuestra) que esas ideas, actos y realizaciones estén en el primer plano de los hechos, si no que son cosas secundarias y producto de las condiciones materiales.

 Dicen los materialistas seguidores del judío que “quien no se esfuerce por comprender el pasado de un modo materialista, no podrá comprender ni el pasado”. Afirmación dogmática preñada de auténtica fe religiosa y, por tanto, sin ninguna demostración.

 Como ya se sabe, la concepción materialista de la Historia es un asunto de filosofía social clara y netamente marxista que, hablando sinceramente, es puro fanatismo. Pero no hay que caer en el error de confundirlo con el materialismo que, obviamente, todo lo atribuye a la materia y que todos los acontecimientos son de origen corpóreo. Sin embargo, el materialismo histórico significa que toda la vida social se explica por hechos económicos, debiendo denominarse la tal concepción marxista “concepción económica de la Historia”.

 Después nos espetan de forma gratuita, y con auténtica fe religiosa también, aquello de que “todos los instrumentos de producción, la mayor fuerza productiva es la misma clase revolucionaria”. Al mismo tiempo, Federico Engels también nos espeta: “Las últimas causas de todas las alteraciones y revoluciones políticas y sociales no han de buscarse en el cerebro de los hombres, ni en su creciente aspiración a la verdad y a la justicia, sino en las transformaciones de la producción y del cambio”.

 En una palabra: la base principal del materialismo histórico marxista no es otra cosa que el concepto de las “fuerzas productivas”. Este es un subterfugio hábil, que no exime al marxismo de los muchos puntos débiles que tiene.

 En la próxima entrega comentaremos someramente lo de la lucha de clases y el internacionalismo proletario.

 Continuará.



 

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