Así se intitula el libro de
Enrique Riobóo, ViveLibro, noviembre 2014, 99 páginas. El éxito de esta obra ha
sido enorme, pues entre los meses de octubre y diciembre del citado año 2014,
se han lanzado cinco ediciones.
Someramente diremos que Enrique Riobóo fue el director y fundador del canal televisivo local madrileño Canal 33, en donde durante más de un año se realizaron las tertulias de La Tuerka del Podemos “pablense”.
Entre las cosas que nos descubre
el autor de Pablo Iglesias, es su mala educación, a pesar de las apariencias,
amén de un ego insoportable y de un cinismo increíble.
También nos dice el autor
que Pablo iglesias pagaba a los componentes de La Tuerka con dinero negro.
En cierta ocasión
propusieron los de Podemos a Riobóo el control del canal televisivo, pagándole
con dinero que venía de Venezuela, dinero que “gestiona” Monedero. También nos
habla del tercero de a bordo, Iñigo Errejón, que pasaba grandes temporadas en
Caracas, donde tiene una vivienda.
Riobóo pone en duda de que
si algún día Pablo Iglesias llega al poder, sea capaz de respetar las
libertades propias de un país democrático, ya que no soporta la crítica.
Es muy
interesante el capítulo cuarto intitulado “La
Tuerka: de secta a casta”, páginas 43 a 58
En la página 67
nos habla el autor de cómo fue la fundación de Podemos, que “lo construye una cúpula, nada de eso que se
ha dicho, que se creó de abajo hacia arriba. No; lo crea la cúpula: Errejón,
Monedero y Pablo; y ahí, para la nueva andadura política, incorporaron a
alguien más”.
También es muy
interesante un apartado que lleva por título “En Caracas están hasta los cojones de El País y ABC”, páginas 38 a
41. Dice Monedero:
“Tenemos a favor que el nuevo Gobierno de
Maduro está hasta los cojones de las manipulaciones de El País y ABC, y
entonces quieren una televisión en Madrid para contrarrestar desde dentro, esa
manipulación y esa constante crítica feroz y salvaje que le hacen al gobierno
democrático de Venezuela”. Sin
comentarios.
En fin, si los “idiotas
útiles” leyesen este libro, algunos, no muchos, caerían de la burra.
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