viernes, 28 de abril de 2023

Sobre multiculturalismo ( y V )


 El "unanimismo" en las creencias del Corán, según los musulmanes, confirma la veracidad de la doctrina. También esto se puso de manifiesto en su día en el mundo comunista en donde se perseguía y se eliminaba al disidente que rechazaba el marxismo. Así, en ambos casos, al ser manifiesta la verdad, los descarriados son considerados poco menos que dementes. La intolerancia e intransigencia en Mahoma y en el Corán, son evidentes: el Libro Sagrado es una copia del que se encuentra en el Paraíso y, por lo tanto, no se puede cambiar ni modificar. No se admite la crítica, porque es imposible errar, incluso cuando hay contradicciones: el Libro prohíbe cobrar intereses cuando se presta dinero. Todos sabemos que varios países musulmanes son grandes potencias financieras.

 Los que no creen en el Libro son calificados como infieles. La sura 8:57 dice: “Las bestias peores para Dios son los ingratos que no creen”. Es decir, El Corán tiene como primera víctima al infiel, sin olvidarse que la segunda es la mujer. 

Centrándonos ahora en el tema de la inquisición mahometana, diremos que casi todas las organizaciones religiosas y políticas tuvieron, y tienen, su propia inquisición, aunque muchas veces tengan otro nombre. En el fondo, esta organización, por llamarla de alguna manera, es la que se encarga de mantener la fidelidad de la doctrina, de los dogmas y de las creencias, empleando muchas veces métodos criminales. Tal sería el caso de las checas en el mundo marxista en épocas recientes o el de la propia inquisición en el mundo cristiano de hace de siglos. 

La inquisición mahometana persigue, en muchos casos a muerte, a:

Primero.- Todos los que se manifiestan en contra del fundamentalismo islámico que tiene puestos en actitud genuflexa a millones de seres humanos estando, al mismo tiempo, en la más absoluta miseria.

Segundo.- Los ateos y a los infieles.

Tercero.- Cualquier reformista que intente las más mínima apertura. Recuérdense los casos de Salman Rhusdie, de Hachem Aghajari y de la escritora paquistaní Taslima Nasrin.

Cuarto.- Los que no creen que en el año 610 Mahoma recibió su primera revelación en el monte Hira.

Quinto.- Los que mantienen una postura escéptica sobre las iluminaciones del Profeta.

Sexto.- Los que salten la prohibición de la bebida y el juego.

Séptimo.-Los que hagan pactos con los infieles 

Octavo.- Los que piensan que la única razón no es la fe.

Noveno.- Los que no están de acuerdo con lo que dice la sura 2:187: la idolatría es peor que la carnicería en la guerra.

Décimo.- Los que no creen que la guerra santa es una obligación para los varones.

Estos cinco artículos que hemos escrito, se podrían resumir así: el Corán, al negar toda discrepancia y debate, es puro fanatismo que hace que la teocracia mahometana, brazo político de ese fanatismo político-religioso generador de violencia, sea una poderosa arma de destrucción masiva que está a la vista. No hace falta buscarla.

Visto lo visto, dígannos sinceramente  si se parecen en algo el Islam y el Cristianismo. Evidentemente no tienen nada en común, salvo su monoteísmo, circunstancia esta que les sirve a muchos para meter a ambas religiones en el mismo saco, pero en un saco especial: mientras al Islam se le tolera, al Cristianismo se le persigue y se le abomina. Y si no fíjense en las blasfemias: sólo se oyen contra Dios. Contra Alá, jamás.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog