jueves, 20 de abril de 2023

Sobre multiculturalismo ( I )


 Ya saben que nos gusta “recuperar la memoria histórica”, pero la reciente. Vamos a ello.

Como recordarán, el comunista Gaspar Llamazares, hombre de gesto adusto y verbo encizañador, dijo en su día aquello de que era partidario del “multiculturalismo identitario” ¿A qué multiculturalismo se referiría este sujeto? ¿Al que hay en su “modelo referencial” (Cuba), y el que hay en Corea del Norte, en Venezuela, en los países islámicos, o en la destartalada URSS y en alguno más? En los países citados no hay ningún tipo de multiculturalismo. Lo que sí hay es un “relativismo” cultural que rechaza lo que no está de acuerdo con el sistema.

Este “relativismo” cultural es producto de la baja o falsa intelectualidad de estos fámulos de la internacional de la mentira, del odio y del terror que pululan por los “mass-media”. Nos hemos topado varias veces con estos sujetos, y hemos llegado a la conclusión de Mark Twain: “Nunca discutas con un imbécil. Te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia”. También decía Kant: “No discutas nunca con un idiota, la gente podría no notar la diferencia”.

El “relativismo” cultural dice que todas las culturas son, cuanto menos, respetables. De acuerdo. Pero se da la circunstancia de que el cristianismo no tiene el mismo valor que el islamismo: a aquél se le persigue y se le odia, mientras que a éste se le tolera. Es decir, la tolerancia no existe y la diferencia no se respeta.

Lo que hay que respetar y tolerar es cualquier religión, cultura, ideología política, etc. que respete los derechos humanos. Esto es tan obvio como evidente. En caso de no ser así, hay que combatirlas porque entonces nos haríamos cómplices. Y esto es lo que está sucediendo en estos momentos en Europa, y más concretamente aquí en España.

¿Acaso no se está protegiendo al islamismo? ¿Cómo es posible que se permita que una religión que somete y desprecia a la mujer situándola en un nivel inferior al hombre; que permite la ablación de clítoris, pena de muerte, bien por lapidación o por horca; que ejecuta, asimismo, a personas por ser homosexuales o por el mero hecho de apostatar o cambiar de religión, etc, etc, campe por sus respetos y nadie diga nada? ¿Por qué no sale a la palestra las jefas de la sección feminista de “Podemos”, del PSOE, de IU, etc,  denunciando todas estas bestialidades que se cometen contra las mujeres? ¿Será que tiene miedo?

De esto se deduce que la cultura de Occidente no puede ser igual que la islámica. No hay más que fijarse en detalles: nuestra cultura, la europea, ha tenido sus pilares en Grecia, en Roma y en el cristianismo. Esto suponemos que no habrá nadie que lo niegue. Y de estos pilares  han salido, entre otras cosas, la democracia y la libertad. Y si no que se lo pregunten a esa marea de inmigrantes que vienen huyendo espantados de la miseria y que son víctimas de dictaduras terribles o de regímenes totalmente corruptos.

Lo diremos muchas veces: en ningún país islámico existe democracia. Por tanto, si nos cae la baba hablando de democracia, habrá que defenderla a toda costa, y no con frases muy bonitas y polisémicas empleando la más sutil logomaquia y demagogia.

El genial Giovanni Sartori, ya pronosticó en su día el desastre que traería para Occidente el mentado “multiculturalismo” ya que, entre otras cosas, el problema principal es que esos “multiculturalistas” que nos están invadiendo, no se quieren integrar en la sociedad que les acoge, queriendo imponer sus leyes, normas, religión, modelo político, etc, etc.

A pesar de las nefastas consecuencias que puede traer todo esto, los que atacan nuestras raíces cristianas siguen en sus trece. Por poner un par de ejemplos, ahí tenemos a los “podemitas” que quieren quitar del escudo de Sevilla la espada de Fernando I I I el Santo, o sus homólogos comunistas de IU con su árbol de Navidad ardiendo.

Sobre este tema del multiculturalismo comentaremos próximamente el libro “Homo videns. La sociedad teledirigida”, autor  Giovanni Sartori, Santillana de Ediciones Generales, S.L., febrero de 2.005, 244 páginas, incluido Índice Bibliográfico.




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