Piedad y justicia.
El diario Informaciones del día 16 de octubre de
1.934, publicaba lo siguiente:
“En El Liberal,
de Bilbao – periódico de Indalecio Prieto – se ha publicado un artículo
pidiendo piedad para los vencidos. Estamos nosotros conformes con el espíritu
de ese artículo. Para los obreros engañados, llevados a pelear y a morir, al
hambre y a la desesperación, en una lucha fratricida, piedad sin límites. Más
todavía que eso: en cuanto estén arrepentidos de su error hay que recibirlos
con los brazos abiertos. Pero a los empresarios de la revolución, a los que han
dispuesto del dinero de las Cajas de los obreros con el pretexto de invertirlo
en armas y municiones y demás gastos del negocio, sin dar cuenta veraz y
detallada; a los que han permanecido en escondrijos seguros, mientras los
infelices iban a la calle y a la fosa, a los que van a salir de esta empresa,
como salieron de todas las anteriores, después de unos meses de cómoda
detención, con la fácil aureola de mártires que sirve luego para la propaganda
electoral, a ésos ¿por qué ha de tenérseles piedad ninguna? Venganza, no;
espíritu de ensañamiento, no. Pero piedad, ¿por qué? ¿La han tenido ellos con
la gente inocente muerta en el intento de este negocio de la revolución. Los
niños pequeños, hijos de guardias civiles, asesinados en Asturias; las mujeres,
muertas también; los guardias mismos, acribillados a balazos cuando cumplían su
deber sagrado de defender la ley y la sociedad, ¿no claman justicia? Y si los
empresarios de la guerra social salieron indemnes de este intento, como han
salido de tantos otros, los espectros de esos centenares de españoles, mujeres,
niños, hombres honrados y valientes, a quienes se asesinó por orden de aquellos
empresarios, ¿no rondarían clamorosamente la conciencia de los responsables de
la impunidad? . . .
Para los infelices, para los españoles, para los
hambrientos, piedad,. Para los directores de la matanza, para los que la han
organizado, para los que han dispuesto de los millones, para los empresarios de
la guerra social, justicia y nada más que justicia”.
Como decimos a veces, ¿figurará
esto en la “memoria democrática” de su “Sanchidad”?
Continuará.
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