jueves, 5 de mayo de 2022

Revueltas contra el comunismo


 Como ya saben, el comunismo promovió, y promueve, revueltas por todo el mundo para implantar por la fuerza su inservible, caduco e inútil sistema. De las revueltas y agitadas manifestaciones y desórdenes en su contra, prácticamente nadie comenta nada. Vamos a hacerlo nosotros por aquello de “recuperar la memoria histórica”, oiga.

En octubre de 1956, descontentos del dominio soviético, estudiantes y gentes de toda condición se sublevaron en Budapest reclamando, entre otras cosas, la vuelta al poder del antiguo primer ministro Imre Nagy. Los rusos enviaron a Hungría al general Serov, fiel lacayo de Kruschev, que ya había demostrado sus mortíferas habilidades en Ucrania y en Polonia antes de la entrada de Rusia en la II Guerra Mundial.

 Pues bien, este general hizo lo propio en Hungría: emplear la fuerza bruta. Los carros de combate soviéticos entraron en Budapest el día 24 de octubre. La aversión de los húngaros hacia los comunistas era tal, que los sublevados utilizaban a muchachas para recibirlos con flores, pero una vez cerca, les lanzaban cócteles Molotov.

 A pesar de que los sublevados tenían más de 180.000 armas personales, 3.000 ametralladoras y docenas de morteros y piezas de artillería, era obvio que no podían hacer nada contra la gigantesca maquinaria de guerra soviética.

 Por táctica, las fuerzas soviéticas se retiraron a finales de octubre, pero el 4 de noviembre regresaron a Budapest con 200.000 soldados y 2.500 carros. El resultado fue de auténtico terror: los comunistas asesinaron a más de 2.500 personas, siendo uno de los responsables de tales asesinatos, Yuri Andropov, a la sazón embajador de Moscú en Hungría y futuro jefe de la KGB y después secretario general del Comité Central del Partido Comunista y el hombre que en 1982 se convertiría en el máximo dirigente de una Unión Soviética. Este “hombre glorioso de la URSS” empleaba la táctica de “negociar con el enemigo”. En realidad, esta negociación era una trampa mortal: dirigentes húngaros que lo creyeron de buena fe, fueron apresados y posteriormente ejecutados.

 Por aquel entonces había quien justificaba la actuación soviética porque, claro, los “desmelenamientos magiares” no se podían permitir. Tal era el caso del PCE, por aquellos años en la clandestinidad. Esta actitud soviética en Hungría, supuso la ruptura total y definitiva de algunos miembros con el partido. Pero esta es otra historia.

 Pasamos a otra “revuelta”: la de Georgia en 1.956 también. Como se sabe, esta república era la patria chica de Stalin, al que se le consideraba un héroe nacional. Siguiendo las instrucciones de Moscú dadas por Kruschev, se intentó desmantelar todos los monumentos que el dictador tenía en Tiflis, la capital. La reacción no se hizo esperar: manifestaciones masivas en contra de tales desmantelamientos. El resultado ya se puede imaginar: de nuevo el general Serov entra en acción atacando a bayoneta calada a los manifestantes, además de emplear tanques y tropas especiales. Conclusión: centenares de personas, en su mayoría estudiantes, fueron asesinadas en las calles.

 También hubo otras represiones en algunas repúblicas del Asia Central y  en la región del Báltico.

 Y para terminar, una consideración. A pesar de que Kruschev en el famoso XX Congreso del PCUS condenaba los crímenes de Stalin, él, Kruschev, no fue menos criminal que su criticado. La diferencia entre los asesinatos en la época de Stalin y los de la época de Kruschev, era que la eliminación solía ser una decisión personal de Stalin, mientras que Kruschev llevaba el asunto al Presidium para que pareciese una decisión tomada unánime y democráticamente.

 Nota.- Recomendamos leer el comentario sobre el libro “KGB: Leales camaradas, asesinos implacables”, insertado en este blog con fecha 7 de noviembre de 2.021, en el que se ve, entre otras cosas, la catadura moral de Nikita Kruschef.



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