Posteriormente, concretamente en el año 1575, Cervantes regresó a España con un montón de esperanzas, pues traía una carta de Don Juan para el rey Felipe en la que se hablaba muy bien de él y se le recomendaba. El asunto no le salió bien porque la embarcación en la que regresaba Cervantes y otros compañeros, fue asalta por piratas moros, llevándolos a Argel. Se libró de ir a galeras debido a su brazo mutilado, pero eso no le impidió ser un esclavo de Dali Mami, que era un cristiano renegado que se dedicaba a la piratería. Cuando este sujeto leyó la carta de recomendación que portaba Cervantes, dedujo que éste era un personaje importante, y le instó para que escribiera al rey de España con el objeto de obtener un enorme rescate.
En este tiempo que duró su cautiverio moro, quedó
horrorizado de lo que sucedía a su alrededor: vio morir en cárceles y mazmorras
a muchos de sus compañeros de viaje; vio, asimismo, cómo en los mercados se
vendían muchachas; vio también todo tipo de flagelaciones, así como cuerpos
ahorcados de gente que había intentado fugarse.
A pesar de todo, organizó varias escaramuzas para
recuperar la libertad suya y de los que le acompañaban. Su valentía era enorme.
Estuvo encarcelado durante cinco años, hasta que su familia en España pudo
reunir el dinero para su rescate.
Por fin, en 1580 Cervantes regresa a España. La carta
de recomendación no le valió para nada. Cansado de buscar y no encontrar
trabajo, decidió escribir “La Galatea”,
novela pastoril. Este fue su primer libro, que le proporcionó los suficientes
ingresos para casarse con Catalina de Palacios Salazar y Vozmediano, a la que
Cervantes casi doblaba en edad.
La muchacha era de origen campesino, y cuando el
matrimonio se fue a Madrid, la esposa no se acostumbraba a la vida un tanto
bohemia de actores, escritores y demás. El matrimonio en aquellos momentos se
tambaleaba, aunque Cervantes no se daba cuenta, pues estaba totalmente
entregado al teatro, que le proporcionaba escasos ingresos, pues sus obras
dramáticas no tenían el éxito deseado.
Por aquel entonces, apareció un joven genio del teatro
llamado Lope de Vega, que escribía obras y obras con una facilidad asombrosa.
Su éxito fue clamoroso. Ante esta situación, Cervantes “dejó la pluma”, como él mismo diría, entre decepcionado y celoso
del éxito de Lope, disponiéndose a aceptar cualquier trabajo que le ofreciesen.
Y surgió el tal empleo, que era repudiado por todo el mundo: el de recaudador
de impuestos. También tuvo otro trabajo cual fue el de hacer acopio de todo
tipo de abastecimiento para la Armada Invencible de Felipe I I que estaba dispuesto a enviar contra Inglaterra,
como ya es sabido.
Poco tiempo después fue de nuevo a parar a la cárcel,
pero por motivos completamente distintos a los de su prisión morisca. Esto lo
veremos en la próxima entrega.
Continuará.
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