Como ya saben, Antonio Gramsci fue un teórico marxista y uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano, amén de ser también uno de los primordiales creadores, organizadores y promotores de la revolución cultural marxista del siglo XX.
Decía que el primer paso que había que dar era
trastocar y cambiar culturalmente a la
sociedad civil, para luego usurpar, conquistar y asaltar el poder. Resumiendo:
para imponer el comunismo había que vigilar, intervenir y controlar todas
aquellas instituciones, organismos, corporaciones, etc, de los que se vale
dicha sociedad civil para comunicarse, informarse,
relacionarse, instruirse, adquirir cultura, etc. Es decir, sería tomar el
control de los “mss-media”, amén de controlar también cualquier tipo de agrupaciones
de ciudadanos, así como controlar espectáculos, libros, museos, exposiciones, etc.
Además, este control inspeccionaría y vigilaría escuelas, universidades y demás
centros docentes. Era lo que él llamaba “la rivolta culturale”.
Dicho lo anterior, y como ya sabrán
también, el informe de Reporteros sin Fronteras, organización de origen francés
fundada en 1985, con sede en París, cuyo objetivo es defender la libertad de
prensa en todo el orbe, publicó el día 3 de este mes de mayo un informe en el
que aparece España en el puesto trigésimo segundo del mundo en libertad de
prensa, descendiendo tres puestos con relación al año anterior. Evidentemente
esto no es de extrañar visto el hatajo de ignorantes, “ignorantas”, indoctos,
indoctas e “indoctes”, incultos, incultas e “incultes”, etc, que tenemos en
este desgobierno.
Ese trigésimo segundo “puestazo” tiene
varias explicaciones, causas y motivos. A saber:
a).- Polarización de los “mas-media” para
concentrar la atención del “pueblo soberano” sobre asuntos que interesen al
desgobierno.
b).- Información falsa sobre temas
políticos, sociales y económicos.
c).- Muchos de los “mass-media” no
saldrían a la calle ni sobrevivirían sin los soportes, sostenes, apoyos,
sustentos de ya sabemos quién, lo que les hace ser dependientes políticamente,
transmitiendo datos “escrupulosos” y “fieles”. Podíamos añadir más cosas.
En fin, y como ya saben, en una verdadera
democracia, la libertad de expresión y el respeto son básicos, pero aquí
tenemos ahora gente fanática, sectaria, intransigente, arrogante, petulante,
megalómana, despótica, mandona, superficial, vana y todo lo que ustedes quieran
añadir.
En fin, la mentira ha acampado en el
espíritu de la política. Y así nos luce el pelo. Tal parece que volvemos a los
tiempos de Gramsci, por muchos que nos hablen de la España del 2030 o de la del
2050. Ya nos entienden.
Y terminamos con una frase de Platón: “Hay en cada uno de
nosotros, incluso en los que parecen más moderados, un tipo de deseo que es
terrible, salvaje y sin ley”. El que quiera entender que entienda.
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