Como ya hemos dicho anteriormente, vamos a narrar de una manera somera, la vida de unos personajes que, por diversas razones, destacaron o influyeron en la Historia de la humanidad. Muchos de ellos, por distintos motivos, o bien han sido borrados de dicha Historia, o bien se ha mentido o tergiversado su historia o sus obras. Ahora le toca el turno a Leonardo de Vinci.
Leonardo de Vinci, además de ser uno de los mejores
pintores de la edad de oro de la pintura, fue un auténtico genio en muchos
campos y actividades.
Nacido en el Renacimiento, predijo e inventó un montón
de cosas que la ciencia no descubriría
hasta pasados cuatro siglos.
Sus inventos y descubrimientos estuvieron ignorados
durante mucho tiempo, hasta que en fecha relativamente reciente se han
descubierto y compilado sus manuscritos.
Leonardo era zurdo y escribía, no de derecha a
izquierda, sino al revés, aunque con el paso del tiempo llegó a escribir con
ambas manos.
Nació en la localidad italiana de Anchiano el 15 de
abril de 1.452. Quizás las dos cosas más destacadas de su carácter fueron el
gastar bromas pesadas, además de ser un gran soñador y, sobre todo, tenía una
excesiva confianza en sí mismo. Además de esto, era músico, poeta, escultor,
pintor, arquitecto, matemático, botánico, geógrafo, astrónomo, físico, además
de sentir una gran afición por la anatomía. Todo un portento. Curiosamente le gustaba también domar
caballos, mostrando una fuerza física poco común ya que, según se decía, podía
doblar una herradura con una mano.
Criado y apartado de su madre por razones familiares,
circunstancia esta que influyó en su carácter, no fue óbice para que pintase
bellísimos cuadros de Nuestra Señora.
El padre de Leonardo, al ver las aptitudes de su hijo,
le llevó al taller de Verrochio en Florencia. Allí se daban cita otros jóvenes
artistas, entre ellos Botticelli, que se haría amigo íntimo de Leonardo.
En sus horas de asueto, se dedicaba a visitar los palacios e iglesias de Florencia
interesándose por los tesoros artísticos.
Sus conocimientos eran tan inusuales en aquella época,
que la gente se quedaba con la boca abierta cuando, en plena plaza del mercado
de la ciudad, se dedicaba a dar discursos en voz alta sobre sus conocimientos
para perforar túneles.
Según él, no existía diferencia entre la ciencia y el
arte, ya que ambas cosas eran cauces y medios para representar el Cosmos, obra
de Dios.
Los primeros bocetos que se conocieron de sus
pinturas, son de lo más variopinto: desde las expresiones de horror de soldados
que mueren y matan, hasta la expresión de la cara de una mujer rezando de
rodillas, pasando por la expresión alegre de un niño jugando.
En la próxima entrega veremos las cosas que hacía
Leonardo para plasmarlas en sus cuadros.
Continuará.
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