Miguel López de Legazpi nació en Zumárraga, Guipúzcoa, en el año 1506 y murió en Manila en 1572. Ya desde joven sentía una especial atracción por la navegación, lo que le llevó a atravesar el Atlántico con destino a Méjico, en donde estuvo 20 años llegando a ocupar varios cargos importantes. De mayor siguió la ruta de Elcano y Magallanes para terminar en las islas Filipinas, nombre éste que había puesto López de Villalobos en honor de Felipe II, hijo del emperador Carlos V.
En la expedición iba el padre Urdanela,
además de varios religiosos. También llevaban semillas y varias clases de
ganado de España para aclimatarlas al archipiélago filipino.
A la vista de la primera isla, vieron como
los nativos se echaron a nadar en dirección a las naves. Fueron recibidos con
todo afecto por los españoles, que les ofrecieron varios regalos.
La expedición continuó hasta la isla de
Cebú, en donde el portugués Fernando de Magallanes moría en la batalla de
Mactán en abril de 1521, al enfrentarse al caudillo musulmán Lapu-Lapu.
Posteriormente llegaría hasta la isla de
Luzón, en la que encontraron resistencia por parte del jefe local Solimán. A
Legazpi no le quedó otra alternativa que atacarle, para posteriormente
vencerle. Solimán pidió la paz y a partir de este momento el español dominó
toda la isla. En esta isla fundó la ciudad de Manila, a la vez que comenzaron
las conversiones de los nativos, además de abrir nuevas rutas de navegación,
con lo que se inició un gran comercio. Por otra parte, los agustinos fundaron
varias iglesias y obras benéficas y de caridad.
Legazpi fue un hombre prudente que trató a
los nativos con sumo respeto y caridad. Prueba de ellos es que, cuando murió,
una muchedumbre indígena iba detrás de su féretro con gran dolor y
consternación.
Era un hombre muy sencillo, ya que decía
que no quería que le llamasen conquistador y que le bastaba que dijesen de él
que era una persona prudente, sencilla y humilde.
Para terminar, decir que las islas
Filipinas pertenecieron a España hasta 1898.
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