Hay que “recuperar la memoria histórica”, oiga.
En setiembre de 1995, bajo el gobierno de Felipe
González Márquez, se produjeron en España dos
hechos de los que hoy nada se comenta: separatismo sin límite y lucha de clases
sin cuartel. Veamos:
En Cataluña apedrean a los líderes de uno
de los grandes partidos nacionales (el P.P.); en Vascongadas asaltan una
emisora de radio (la S.E.R.) y semana tras semana, insultan y apalean a la
vista de todos e impunemente, a los que piden la libertad de una persona
secuestrada; en Aragón, ni se sabe lo que ocurre con otro secuestrado; en
Cádiz, sencillamente guerrilla urbana y en Sevilla y en Galicia, lo mismo; en
Gijón, barricadas de los peores años y así en otras ciudades con
astilleros/pesca en liquidación; en Colloto (Oviedo), secuestran a un
empresario y le hacen beber gasolina y en Oviedo agreden al alcalde (del P.P.) y al pregonero de las fiestas.
Ante este panorama, el personal político
andaba enredado con las elecciones: que si serían en enero o en marzo, que si
las catalanas, que si Pujol decía, que si Solana pensaba, que si Borrell
barruntaba . . .
España en aquellos tiempos,
igual que ahora, está adormecida y atontada sin darse cuenta, amén de estar reprimida
sin desearlo, y desconectada y perdida sin conocerlo.
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Cierto tipo de "hombre
superior", se siente orgulloso al afirmar que "todo es
relativo". Esto, naturalmente, es absurdo, ya que si todo es relativo, la
misma afirmación que hace, es absoluta.
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Hay quien dice: "nada es verdad,
todo es mentira; las cosas son del color del cristal con que se miran". Si
se dice que todo es mentira, este mismo postulado que se enuncia, también lo
será.
Continuará.
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