Continuamos con personajes célebres, algunos de ellos ignorados por la inmensa mayoría al ser borrados de la Historia por motivos ideológicos y políticos. Hoy veremos algo sobre Isabel la Católica.
Si hubo una reina verdaderamente grande y que supo ser
tal, fue Isabel I de Castilla, o Isabel la Católica.
Esta mujer, hija del rey de Castilla, nació, nació el
22 de abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres, nombre este que provenía
de la fortificación de aquel lugar con elevadas torres para protegerse de la
invasión morisca procedente de África. Y fue allí donde precisamente 600 años
antes los cristianos resistieron a la citada invasión.
Mujer inteligente y de gran corazón, poseía una férrea
voluntad, características éstas que fueron suficientes para desplegar las velas
de un desconocido genovés, que lo llevaría a descubrir uno de los secretos más
grandes de la Historia de la humanidad.
El panorama de la España de su juventud era desolador:
un rey en Castilla, otro en Aragón y los moros afincados en el sur,
concretamente en Granada. Cuando tenía 17 años tuvo tres pretendientes: el rey
de Portugal, que era el que prefería para ella su medio hermano Enrique; el
duque de Berri, hermano del rey de Francia y Fernando de Aragón, que era su
preferido, además de ser querido por el pueblo de Castilla.
El citado Enrique, que era Enrique I V, al que
apodaban “el impotente”, al ver que
su media hermana se había decantado por Fernando de Aragón, la amenazó con el
arresto, ante lo cual Isabel tuvo que huir de Madrigal, lo que no le impidió
comunicarse con Fernando. Éste inmediatamente preparó el proyecto para contraer
matrimonio con Isabel. La oportunidad que se les presentaba a ambos
contrayentes para unir a la España cristiana, era única.
“El
impotente”, que tenía espías por todos los sitios, no tardó en
recibir la noticia de esta decisión de Isabel. Para impedir que Fernando
entrara en Castilla, y con el objeto de capturarlo, dispuso guardias en todos
los puntos fronterizos. Fernando, disfrazado de arriero, harapiento y poco
aseado, no fue reconocido por ningún guardia.
Poco tiempo después, Fernando se vio con su prometida
en el palacio de Valladolid, y ya no hubo nada que hacer: a los pocos días,
concretamente el 19 de octubre de 1469, contrajeron matrimonio aquellos dos
muchachos. Con esta unión, una nueva España se consolidó.
Quizá la característica más destacada de este
matrimonio ha ya sido que nunca tomaron decisiones sin consultarse mutuamente.
Incluso las órdenes que daban también eran consultadas. Probablemente venga de
ahí el “Tanto monta, monta tanto, Isabel
como Fernando”.
Como recordarán, el rey de Portugal pretendía
absurdamente para Juana “ la
Beltraneja” el trono de Isabel. Al mando de un poderoso ejército de 20.000
hombres se internó hasta el mismísimo corazón de Castilla.
Continuará.
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