jueves, 26 de mayo de 2022

Las revoluciones y el destino de las personas


 Muchas personas creen que el destino de un pueblo, entiéndase nación, está en manos de los políticos. A nosotros nos parece que no, pero como en  toda norma o regla, hay excepciones, algunas veces no son honrosas, como fue el caso de la derrumbada URSS o como sucede actualmente en Cuba y en Corea del Norte.

En la URSS, en la Cuba actual y en la historia reciente de España, la palabra revolución tenía un gran predicamento, y sigue teniéndolo aún hoy empleándolo, además, como auténtico tósigo social. No nos engañemos: las grandes revoluciones nunca fueron políticas. Las grandes revoluciones vinieron por los descubrimientos y por los inventos. Repasemos un poco:

 El descubrimiento de América, de la imprenta, el de la electricidad, o el del motor de explosión, por citar algunos, tuvieron más importancia que la mismísima Revolución Francesa, la no menos importante Revolución Americana y la posterior soviética. Así, por poner un ejemplo, la esclavitud desapareció por el descubrimiento de las máquinas, no por la citada Revolución americana.

 Actualmente, hay una auténtica revolución mundial en el terreno electrónico. Ahí están los GPS, los teléfonos móviles con sus numerosas aplicaciones, Internet, etc. Su incidencia es tan grande, que los regímenes totalitarios chinos, cubanos, norcoreanos, etc, sólo permiten el acceso ala red cuando están controlados. El temor es obvio.

 Esto que decimos seguramente extrañará a los de la “hybris intelectualista”, es decir, a los pedantes que presumen de tener una visión privilegiada del mundo y sobre el mundo. Nosotros que no somos votantes de lo correcto y que presumimos y nos jactamos de nuestra independencia que hace que recelemos y sospechemos siempre de los tenedores del poder, en algunos casos detentadores más que tenedores, opinamos libremente y no nos dejamos domar y domesticar por el poder político de turno.

 Estamos haciendo un juicio un tanto político, y algunos nos critican porque no tenemos “experiencia” política y por tanto no podemos juzgar. Bien. Ahora preguntamos a esos doctos indoctos: ¿es necesario que una mujer sea violada para juzgar a los violadores? ¿Es necesario que, para juzgar a los ladrones, haya uno tener que haber sufrido un robo? ¿Es necesario que para juzgar “la interrupción voluntaria del embarazo”, una mujer tenga que abortar?



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